Señales de humo electrónico
Los cigarrillos digitales irrumpen en una industria tabaquera ya lastrada por la crisis
luis p. arechederra
No se dice fumar, se dice «vapear». No está claro que son: si un tipo de tabaco o un producto de farmacia. Y tampoco existe consenso sobre sus efectos. Pero suponen una amenaza para el tabaco tradicional . Son los cigarrillos electrónicos, uno de ... los ocho productos tecnológicos que están poniendo en jaque a las industrias convencionales, según Goldman Sachs.
Una de sus analistas, Judy Hong, considera que los cigarrillos electrónicos tienen todo lo bueno de los ordinarios y nada de lo malo . Una afirmación discutida: los profesionales sanitarios todavía no aprueban su uso ante la falta de pruebas. Algunos cigarrillos electrónicos utilizan nicotina. Otros no lo hacen y están fuera de sospecha: su venta es libre, como los de la empresa española Cigar Clean, que arrancó en 2008. Desde entonces ha vendido más de 500.000 dispositivos.
Según Rafael Lozano, de Cigar Clean, esta versión digital es una v erdadera amenaza para las tabaqueras tradicionales porque son una alternativa, «que reduce el consumo de tabaco» y porque «cambia el hábito de fumar». Pero la competencia, afirma, no será real hasta que «su uso esté regulado de forma clara». La razón principal de su impulso es «la lucha de las administraciones contra el tabaco».
Sobre la consideración de los cigarrillos electrónicos se posicionará el próximo martes 8 de octubre el Parlamento Europeo, que planea etiquetarlos como productos sanitarios . Una decisión importante, ya que elevaría su precio al imponer normas más restrictivas y disminuir las modalidades.
Fuera de Europa tampoco hay consenso. Argentina los ha prohibido, Estados Unidos los ha considerado un tipo de tabaco. España no los ha regulado , aunque h a prohibido su venta a los menores de edad .
En cualquier caso, estamos ante otra industria tradicional que ve las orejas al lobo ante la irrupción de una alternativa digital. Sólo en EE.UU., los cigarrillos electrónicos doblarán este año su importe de ventas respecto al año pasado . Así lo afirma la analista Bonnie Herzog, del banco de inversión Wells Fargo, quien prevé que su facturación a final de 2013 sea de 1.700 millones. Pero va más allá: en su opinión, su consumo podría desbancar el consumo de cigarrillos ordinarios en la próxima década. En torno a 2023, afirma Herzog, se venderán más de 5.000 cigarrillos electrónicos (en paquetes equivalentes a las cajetillas) y el tabaco tradicional estará por debajo.
Estas perspectivas han provocado movimientos entre los grandes agentes de la industria tabaquera mundial. No quieren perder un tren que podría dejarles atrás, aunque la velocidad del tren dependa de los reguladores.
Una empresa norteamericana, Lorillard, compró en abril de 2012 la firma de cigarrillos electrónicos Blu por 135 millones de dólares . Otras han creado sus propias alternativas. British American Tobacco, por ejemplo, ha lanzado a la venta el producto Vype, un cigarrillo electrónico desechable que funciona con un líquido que contiene nicotina. Todas las grandes están atentas al fenómeno.
En España, es un producto incipiente. Según Lozano, se estima que habrá unos 300 puntos de venta , sobre todo franquicias italianas. Cigar Clean, por ejemplo, vende su producto en farmacias y parafarmacias.
En paralelo a este fenómeno, las tabaqueras tradicionales luchan contra la crisis económica. El empobrecimiento de los clientes y las subidas de impuestos reducen el consumo de cigarrillos convencionales. En España, la venta de cajetillas no ha dejado de caer durante la crisis. En 2012 se alcanzó un mínimo histórico: 2.672 millones de cajetillas . Es la crisis, que hace señales de humo. Algunas son de humo electrónico.
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