tribuna de opinión
Estados Unidos se recupera, China baja
El gigante asiático debería cambiar su modelo económico e innovar, pero causas estructurales y (políticas) lo impiden
guy sorman
la tasa de crecimiento china no debe llevarnos a engaño: el crecimiento chino, que ha descendido por debajo del 8% (si admitimos que las estadísticas son fiables), parece considerable, pero apenas es suficiente para absorber en el sector industrial a los 100 millones de campesinos ... pobres que tratan de llegar a las ciudades cada año. Este éxodo no puede detenerse y es un requisito necesario para la modernización del país, una especie de ley inexorable del desarrollo. La ralentización del crecimiento chino se explica por el agotamiento del modelo que se adoptó hace 30 años, basado en la explotación de una mano de obra barata, que el mercado mundial subcontrata, y especialmente el consumidor estadounidense. Los salarios chinos no dejan de aumentar, del orden de un 10% anual, debido a la concentración de obreros en las ciudades, que se vuelven cada vez más exigentes, y debido a la tasa de inflación para los productos corrientes que se calcula en un 10%. China debería lógicamente cambiar de modelo para mejorar la calidad de su producción e innovar, pero unas causas estructurales lo impiden. Es muy difícil ser empresario en China sin el beneplácito del Partido Comunista; además, los créditos bancarios se conceden prioritariamente al sector público. Los ahorradores, que son numerosos, no pueden invertir en empresas nuevas ya que sus ahorros se diluyen en unas cuentas bancarias cuya remuneración es inferior a la inflación o en unas inversiones inmobiliarias absurdas que, tarde o temprano, se irán al traste por el estallido de la burbuja especuladora.
Esta parálisis del mercado financiero chino, el control de la economía por parte de los «apparatchiks» del partido y la falta de una propiedad intelectual realmente protegida disuaden la innovación. La casi totalidad de las patentes chinas solo son válidas en China y no existe ningún invento o marca significativos «Made in China». Entre las que conocemos un poco, Lenovo es la continuación de los antiguos ordenadores IBM, y Ali Baba, primer sitio de comercio por Internet en China, sigue siendo una mala copia de lo que se hace en EE.UU. La ventaja comparativa de las exportaciones chinas al mundo desarrollado corre el riesgo de reducirse a causa del nacimiento de dos grandes zonas de libre cambio, cuya negociación es inminente, en Occidente, entre EE UU y la Unión Europea, y entre todos los países democráticos del Pacífico en Oriente. En ambos casos, China no ha sido invitada a las negociaciones por razones geográficas en Occidente y políticas en Oriente. Estas dos zonas de libre cambio, si llegan a ver la luz, marginarán las exportaciones chinas. China podría compensar esta marginación con inversiones estratégicas en el extranjero, pero estas siguen siendo escasas y a menudo no son bien recibidas.
Es indudable que los nuevos dirigentes chinos conocen todas estas amenazas, ¿pero sabrán realizar la transición hacia el nuevo modelo económico necesario? Nos cabe la duda porque esta transición conllevaría unas graves repercusiones políticas. La convertibilidad de la moneda china, por ejemplo, conduciría probablemente a una fuga de capitales y a un hundimiento del sector público que sigue siendo la base social del Partido Comunista. Por otra parte, el nuevo presidente Xi Jingping no ha mostrado ninguna intención de transformar el modelo político o el modelo económico.
Parece que EE UU no corre peligro de perder su liderazgo económico porque la crisis de 2008 parece olvidada. Es posible que el crecimiento ronde el 3% en 2013, y el desempleo ha vuelto a una tasa tolerable del 7,5% y afecta sobre todo a los trabajadores no cualificados. Señalaremos que esta recuperación estadounidense no se debe al Estado federal sino a la creación de nuevas empresas y a la aparición de nuevos productos y servicios; Dakota del Norte registra actualmente una tasa de crecimiento del 9% gracias a la explotación del gas de esquisto. También asistimos a una reindustrialización de EE UU porque la innovación (robotización, duplicadores en tres dimensiones) restablece los márgenes competitivos de los productos «Made in USA». Y, finalmente, para medir las relaciones de fuerza -si fuese necesario- entre los dos países, recordemos el poderío militar de EE UU, que será insuperable hasta por lo menos dentro de 20 años, y el poder blando estadounidense; China no exporta valores universales. El siglo XXI podría ser estadounidense; pero dudamos que sea chino.
Estados Unidos se recupera, China baja
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