La reforma de nunca acabar
Más de cinco años después del inicio de la crisis financiera, la regulación bancaria europea continúa en «stand by» frente a los avances de Reino Unido y EE.UU.
Javier tahiri
El estallido de la crisis financiera no solo provocó la caída de bancos a ambos lados del océano. También activó un masivo colchón de dinero público para acudir en su rescate que parece no dejar de aumentar. Solo en la Unión Europea las ayudas bancarias ... supusieron 1,6 billones de euros entre 2008 y 2010: algo más del 13% del PIB de la región. Y nadie quiere volver a pagar un nuevo Lehman Brothers. Por ello, desde Washington, Londres y Bruselas el objetivo es evitar nuevas crisis sistémicas y proteger a los contribuyentes en caso de futuras quiebras bancarias. Sin embargo, los pasos para estas reformas financieras van a ritmo de blues: más de cinco años después de la crisis, ninguna se ha completado del todo. Y, como acostumbra, Europa es la más rezagada del grupo.
«Cuando comenzó la crisis los bancos norteamericanos estaban peor que los europeos. Sin embargo, ahora EE.UU. ha ido más lejos al reformar sus finanzas que la UE», lamenta desde Bruselas Diego Valiante, director de investigación del European Capital Markets Institute (ECMI).
Mientras Estados Unidos aprobó la ley Dodd- Frank en 2010 para regular el sistema financiero norteamericano, Europa aún sopesa cuál será la reforma continental. Si bien Washington ha impulsado medidas como la creación de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, según un estudio de la firma legal Davis Polk, hasta el pasado mes de noviembre el 61% de las reformas que debían haberse aprobado según lo establecido originalmente por la ley continuaban a la espera de acuerdo.
Aún así Europa pedalea en el pelotón. Del proyecto de reforma continental, solo se conocen las bases. El pasado mes de octubre se publicó a instancias de la Comisión Europea el «informe Liikanen» preparado por un grupo de expertos liderado por el gobernador del Banco de Finlandia, Erkki Liikanen. La propuesta estrella de la batería de medidas presentada es la separación de la banca de inversión de la minorista, si bien especifica que ambas actividades pueden estar bajo el mismo grupo pero con una gestión diferenciada e independiente, para evitar poner en peligro los depósitos de los ahorradores en productos de riesgo.
Además, esta medida solo afectaría a aquellos grupos bancarios cuyas actividades de trading superasen los 100.000 millones de euros en activos o supusieran entre el 15 y el 25% de su negocio total. En total, 14 entidades continentales con especial presencia de grandes bancos franceses, mientras que entre los españoles solo figuran Santander y BBVA.
La propuesta también recoge ideas para evitar futuros rescates a costa del contribuyente como la preparación de mecanismos de «bail-in» para que sean los inversores de una entidad los que soporten las pérdidas en caso de quiebra.
Diferencia entre países
Sin embargo, la legislación continental suele adaptarse a las necesidades de París y Berlín. Y los proyectos de ley de reformas financieras sobre los que trabajan ambos países rebajan los objetivos fijados por el informe. «Cada jurisdicción tiene sus peculiaridades. Es verdad que en Alemania y Francia las reformas son parciales. Entre otras cosas porque estos dos países aún deben afrontar una verdadera reestructuración de sus sectores bancarios», señala Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de la Bangor Business School.
En su opinión, ambos países procedieron primero a los rescates en 2008 y desde entonces las acciones se han concentrado «en temas como impuestos a las transacciones financieras o bonus bancarios que en verdaderas reformas de la estructura y de la supervisión del sector bancario».
Esta situación ha levantado suspicacias en Reino Unido que está desarrollando su propia reforma, basada en el llamado «informe Vickers» (por su máximo defensor, el execonomista jefe del Banco de Inglaterra, John Vickers) que publicó sus conclusiones en 2011 y que el Gobierno pretende llevar hasta sus últimas consecuencias. «Los bancos de la Eurozona han sido supervisados con mayor celo que los del resto de la UE, salvo el caso de Reino Unido», apunta Valiante.
Se estima que el coste de las medidas para la banca británica oscilará entre los 4.648 y 8.133 millones de euros, si bien las entidades tienen hasta 2019 para implementar la reforma. Como sea, el ministro de Hacienda británico, George Osborne, ya ha alentado a Europa a «no rebajar» la propuesta continental de reforma financiera. De lo contrario, los principales damnificados serían las entidades británicas que se verían perjudicadas frente a sus homólogas europeas, con menores controles y supervisión en ese caso.
Uno de los puntos más señalados de la regulación británica son los «anillos de protección» en los que se pedirán más garantías y provisiones a los bancos que pasen desde las actividades de banca minorista a aquellas que estén fuera de balance e impliquen el uso de derivados y productos financieros estructurados. «En el Reino Unido los costes de los rescates han sido muy importantes y pesan aún mucho en la opinión pública y política», explica Carbó.
España, punta de lanza
La ausencia de reformas generan incertidumbre entre los mercados sobre cuál el estado real del sector bancario europeo. Los test de estrés de la Autoridad Bancaria Europea tampoco han ayudado a despejar las dudas. «El informe Liikanen ha cosechado muy pocos apoyos políticos que al final es lo que cuenta. Europa debe entender que es necesario que haya una diversificación en el sector bancario, que haya bancos locales, pequeños y grandes, algo que incluye la propuesta continental», señala Valiante.
En este contexto y tras el rescate financiero de 37.000 millones que recibió España, la situación de las entidades nacionales resalta frente al resto del continente. La semana pasada, un portavoz del Fondo Monetario Internacional (FMI) aseguró que «el sistema bancario español es uno de los más fuertes de Europa », una opinión con la que coincide Valiante, ya que estima que a la recapitalización de las entidades nacionales se ha unido la reestructuración del sector.
«En todo caso, se trata de un proceso vivo, que aún afronta retos muy importantes. Eso sí, si se miran las cifras de otros países, la banca española se está recapitalizando con menos ayudas en términos relativos, aunque no dejen de ser ayudas importantes», indica Carbó.
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), su presidenta, Christine Lagarde, ya espoleó a los gobiernos a acelerar las reformas financieras internacionales. Cinco años después de la caída de Lehman Brothers, demasiados balances bancarios continúan arrojando más dudas que certezas.
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