TENIS
Djokovic doblega a Medvedev en el Abierto de EE.UU. y levanta su 24 Grand Slam
US Open
El ruso solo plantó cara al serbio en el segundo set (6-3, 7-6, 6-3)
Djokovic homenajea a Kobe Bryant con el '24': «Hablábamos mucho sobre mentalidad ganadora»
Así queda el ranking de los Grand Slams tras la victoria de Djokovic en el US Open
Djokovic con el trofeo tras ganar el Abierto de EE.UU.
No hay quien tosa a Novak Djokovic. El serbio demostró este domingo por la noche, madrugada del lunes en España, en la final del Abierto de EE.UU., que es el mejor del momento y, a juzgar por sus títulos, el mejor ... de siempre.
A Djokovic le quedaban pocos récords por batir cuando salió al cemento azul de Arthur Ashe.. Es quien acumula más semanas como número, más títulos Masters 1000 y más Grand Slam, la pieza más codiciada.
Hasta el domingo, eran 23 'grandes', más que ningún otro en la ATP. Con el último en Nueva York, que consiguió en tres sets frente a Daniil Medvedev (6-3, 7–6, 6-3), igualaba a Margaret Court, la tenista que dominó el circuito femenino en la década de 1960 y principios de 1970. Djokovic se aseguraba, además, convertir en misión casi imposible que cualquiera de los otros dos tenistas con los que se ha disputado el dominio del tenis mundial en lo que va de siglo XXI le alcancen en la lucha por el jugador con más 'grandes'. Roger Federer, con 20, está retirado y sería un milagro que Rafael Nadal, con 22, encontrara la mejor forma en su reaparición del año que viene.
Medvedev se antojaba como un rival temible para quien desde hoy vuelve a ser número uno del mundo. El ruso había sujetado en semifinales a Carlos Alcaraz, el otro favorito con Djokovic, con un juego rocoso desde el fondo de la pista, desesperando al murciano.
Medevedev, especialista en pista dura, buscó repetir el plan con Djokovic, pero el serbio lo deshizo. Nunca se precipitó, aguantó los peloteos del ruso y jugó con agresividad en saque-volea cuando tocaba.
El serbio no había tenido un rival de entidad durante todo el torneo. Le tocó un cuadro fácil en el que, además, algunos de los mejores cabezas de serie -Stefanos Tsitsipas, Casper Ruud, Holger Rune-, cayeron a las primeras de cambio. En semifinales, acabó con facilidad con Ben Shelton, un estadounidense de 20 años que ni siquiera era cabeza de serie.
Pero Medvedev sí era una vara de medir y Djokovic demostró que, a sus 36 años, sigue en un estado de forma inmejorable, el que le había llevado a dos 'grandes' este año -Australia y Roland Garros-, finalista de uno más -Wimbledon, frenado por Alcaraz- y partidos épicos como la final en Cincinnati, donde doblegó al español.
En el primer set, sacó músculo físico. Si Medvedev era una pared desde el fondo, él era un frontón, con devoluciones que acariciaban la línea como rutina. No concedió ni un punto de 'break' al ruso y aprovechó uno para inclinar la manga.
El músculo mental apareció en el segundo set. No permitió ni un error no forzado hasta el 3-3. Pero empezaron a aparecer y, con ellos, las dudas. Al serbio se le encogió el brazo y su segundo saque salía lleno de miedo, alguno a solo 120 kilómetros por hora. Incurría en dobles faltas. Parecía a merced de Medvedev, más fino desde el fondo y sacando mejor. Pero el número uno se aferró al partido como pudo -incluido su espectáculo habitual de caídas al suelo y lesiones aparentes-, forzó la muerte súbita y ganó por la mínima. Con 2-0 en sets, poco creían que Medvedev podría dar la vuelta al partido. Djokovic no dejaría escapara esta pieza y cerraría una vieja cuenta con el ruso: en la final aquí de 2019, Medvedev le barrió en tres sets y evitó que el serbio consiguiera uno de los escasos logros que le quedan, levantar los cuatro 'grandes' el mismo año. En la era Open solo lo han conseguido Rod Laver, Margaret Court y Steffi Graf.
«No quiero que gane ninguno», protestaba una señora en el segundo anfiteatro. «Juegan como máquinas», decía sobre los intercambios interminables entre Djokovic y Medvedev, que buscaban el fallo del contrario. Había viajado desde Los Ángeles con su familia con la esperanza de ver a Alcaraz y su tenis espectacular, pero que se hundió frente al ruso, en la gran final. Hasta abanicos se habían traído en el bolso, como homenaje al español.
Medvedev intentó la gesta en el tercer set pero el intercambio de fallos y 'breaks' solo embarulló el partido y benefició al serbio. La última pelota de Medvedev se fue a la red y Djokovic levantó los brazos.
«Es difícil de describir lo que siento», dijo el serbio al recoger la copa de campeón. «Tuve un sueño de niñez, tendría siete años, que era ganar en Wimbledon. Cuando lo conseguí, me puse nuevos objetivos, pero nunca creí que llegara hasta aquí, hasta los 24. Pero hace un par de años sentí que tenía la posibilidad de hacer historia, y por qué no intentarlo». Ahora lo ha conseguido y no hay nadie en el planeta que pueda decir que es más 'grande' que él.
Ver comentarios