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Tenis / Los 14 mordiscos de Nadal

2006, el segundo Roland Garros de Nadal: del primer Soderling al finalista Federer

Ya no es la novedad, todos maquinan cómo frenar a este chaval que ya es el terror en el circuito y dueño de la tierra batida

2005, el primer Roland Garros de Nadal: Con Burgsmuller empezó todo

Rafa Nadal, con la Copa de los Mosqueteros de 2006 AFP
Laura Marta

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El nivel de los rivales aumenta y Rafa Nadal ya no es la novedad, todos maquinan cómo frenar a este chaval que sigue en camisetas sin mangas y pantalones piratas. Hace poco que ha dejado de anunciar colacao, porque sus bíceps se contradicen con el público objetivo de la bebida. Es el adulto y el terror del circuito en esta superficie que todavía no sabe el largo y bonito idilio que emprenderán juntos.

Tampoco sabe Robin Soderling el lugar en la historia de este torneo que protagonizará. En esta edición es solo el primer sparring para el balear, despachado con un 6-2, 7-5 y 6-1 para coger impulso. Sacude como a una mosca a Kevin Kim (6-2, 6-1 y 6-4) antes de enfrentarse a Paul Henri Mathieu, ídolo local. Mathieu, la presión y la Chatrier ganan el primer set, que duró 93 minutos, pero Nadal prevalece sobre todas las cosas, incluso un trocito de plátano que se le quedó en la tráquea y tuvo que llamar al médico para que lo ayudara a sacarlo de ahí (5-7, 6-4, 6-4 y 6-4).

Gana confianza con ese duelo de tres horas y 54 minutos y la expone en octavos, complicadísima ronda contra un campeón consagrado como Lleyton Hewitt, 24 títulos (US Open, Wimbledon y dos Copas de Maestros), y contra quien había perdido todos sus duelos. Pero la mochila está cargada de munición: 6-2, 5-7, 6-4 y 6-2; y hay tiempo para recuperar la adrenalina porque en cuartos Novak Djokovic se retira en el tercer set. No era este Djokovic, por supuesto. Y tardará en serlo. En 2006 es un 6-4 y 6-4 antes de claudicar.

Listo, fino y descansado, las semifinales son con un experto Ivan Ljubicic, cuatro del mundo y toda una celebridad. Pero es el pasado, y así se lo hace saber Nadal con un 6-4, 6-2 y 7-6 (7). Ya en la final, el partido de los partidos, claro, contra un Roger Federer que persigue el sueño de París con ahínco. Lo intentó el suizo, con un 6-1 que despertó la ilusión del por entonces número 1, pero también la mejor versión del número 2.

Así lo recordaba Toni Nadal para ABC: «Federer iba como un avión, ganaba todos los puntos muy fáciles. Pero se despistó en el primer juego del segundo set y a partir de ahí fue todo más fácil. Bueno, con Federer nunca lo es». Pero, tras tres horas y dos minutos, Nadal mordía por segunda vez la Copa de los Mosqueteros.

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