El portentoso Mbappé decide en París

Salir a Europa nos permite comparar, y el Madrid vuelve a dar sensación de equipo cansado, con los pasos justos frente a los grandes del momento. Modric y Kroos acabaron desencajados . La Liga es el torneo del autoengaño.

El partido no empezó como el habitual combate de presiones altas. Era más bien un duelo de repliegues. Pero el del PSG era un punto de partida para tener la pelota. Hizo falta poco para ver lo que era: ese repliegue enriquecido con una presión para la ocasión, un toque más que aseado, y Mbappé, que en el minuto 4 hizo una diablura para ocasión de Di María . Fue un recorte frío y seco, como el crujido de Rocío Jurado.

El PSG había trabajado el partido. El 4-3-3 por momentos se convertía en tres centrales al bajar Danilo a la defensa, y esto permitía la elevación de las alas, la proyección de Achraf en el lateral.

Messi aparecía muy centrado, pero a la vez ajeno. Se hacía doloroso fuera del ecosistema culé. Messi fuera del Camp Nou es como un koala en el Sáhara , como un toro bravo en la tundra. Era simplemente raro.

Ante este despliegue, el Madrid se hizo peñón. El árbol de navidad de Carletto se metió en el área y antes de poder pensar en salir se centró en solventar sus problemas por la derecha, donde caía Mbappé. En el 17, Messi le buscó y tuvo que remediarlo Courtois . Carvajal aun pudo obstaculizar, pero su intuía ya que su noche iba a ser un calvario de los de época.

Eso era por la derecha, por la otra banda el PSG era superior de otra manera. Contaba con las polivalencias de Danilo , ya comentada, interior y central a la vez, y de Di María, arriba y abajo como un montacargas desenfrenado. Danilo y Militao eran dos cundiendo como cuatro.

El PSG empezaba a tener un dominio muy serio. El Madrid no salía de su campo y no tenía la pelota. Solo balonazos impotentes, achicamientos de tiempo y espacio desesperados. El PSG tenía dos cosas: Messi, otro Messi, como el preámbulo de Mbappé. Parecía subordinado a él, volcado en asistirle. Se percibía una conexión latente . El conjunto, además, exhibía una cierta superioridad física respecto al Madrid. Casi todos eran Mendy y Achraf corría tanto como Vinicius. El mundo del futbol ha resumido esto lacónicamente (gracias a Mou): eran top.

Las únicas salidas de pelota del Madrid habían sido obra de Militao : una conducción y un pase largo. En defensa parecía tan sobrado como siempre. Estaba demostrando una talla mundial.

Los problemas de articulación del Madrid, comprensibles al inicio, empezaban a ser bochornosos. No era capaz de ligar tres pases , pero a partir de la media hora el Madrid pudo componer alguna larga jugada, mostrar un indicio de contragolpe.

En esos minutos en los que el Madrid intentaba salir de la caverna a la luz, Orsato sancionó con amarilla, quizás rigurosamente, una falta de Casemiro , que se perderá la vuelta.

El Madrid no había chutado desde fuera, y Vinicius no había podido correr . Es decir, ni los básicos del Madrid habían aparecido. Pese a todo, el peligro sufrido no había sido tanto, no había sido tan grave, y la primera parte acabó en alto con un córner cabeceado por Casemiro.

Pero la segunda no cambió nada. Se mantuvo arriba el PSG, dominándolo todo, y Mbappé exigió en el 49 una gran parada de Courtois , que empezaba a tener demasiado trabajo, signos claros de stress.

El Madrid lo intentó. Chutó Kroos de fuera, por fin, y después Vinicius y Benzema combinaron, pero se vio por qué el Madrid no salía, no atacaba. Cuando lo hizo le costó mucho volver, estaba a punto de partirse. La prudencia invitaba a hacerse fuerte en el área alrededor de Militao y gastar todas las balas parapetados allí.

La tarjeta a Mendy , también apercibido, no ayudaba al optimismo. Qué durá iba a ser la vuelta...

El PSG seguía dominando en conjunto y en cada uno de los duelos personales, y pasó lo inevitable, lo que ya tardaba mucho en llegar, que Carvajal, muy asfixiado, le hizo penalti a Mbappé. Lo tiró Messi y lo paró Courtois , agigantado junto a Militao, sujetando los dos al Madrid en el tormento.

El partido era una agonía, Mbappé daba pánico, pero el Madrid iba encontrando ese punto levitatorio suyo , lo bonito del martirio.

Frente a Mbappé, Carvajal nos recordaba la realidad del salario español ¡y entró Lucas Vázquez a ayudarle!

Por Di María entró Neymar , como cuando Brasil quitaba a Zico para meter a Sócrates. El PSG no cumple el fair play financiero ni el otro, y la grada rugía de voces poco o nada catecumenales.

El Madrid era un equipo de Maguregui, acogotado por la presión y sobre todo atemorizado por Mbappé. Casemiro se hacía un central más y adquiría las dimensiones colosales de Militao y Courtois, los mejores del Madrid ahora mismo.

Los cambios le sentaron bien, sin embargo, y con más velocidad y frescura el equipo pudo adelantar unos metros. Como en la primera parte, como en Bilbao , solo muy al final el Madrid se permitía salir de su campo. ¿Es eso todo lo que tiene? ¿Diez minutos?

Pero la velocidad de Mbappé no permitía alegría alguna. Un metro le bastaba para reventar la defensa, y cuando no lo tuvo lo inventó. Quería el gol, lo merecía . Era un campeón imponiendo su voluntad, aunque fuese con sutilezas y velocidad, y en el descuento entro en el área y yéndose de dos batió a Courtois, que forzó sus límites todo el partido hasta rendirse a la evidencia: Mbappé es uno que nace cada 25 años.