qué fichaje aquel de... PAULO ROBERTO
Un fichaje de rebote y la Guardia Civil estuvo a punto de deportarlo nada más llegar: «Soy un monstruo»
fútbol sala
Temeroso de dejar Brasil, Robson de Jesús rechazó la oferta del Marsanz Torrejón pero ofreció a cambio a su amigo Paulo Roberto, quien convenció al club español por teléfono: la operación más rocambolesca del mundo
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Al imaginar cómo se cerraron los grandes fichajes de la historia del deporte, uno visualiza a Florentino Pérez pasándole a escondidas una servilleta garabateada a Zidane o una discreta cita entre bambalinas de directivos y estrellas. Nadie dibuja un escenario en el que ... la casualidad o improvisación lleven la voz cantante para desembocar en un traspaso que cambie el rumbo no ya de un equipo sino de todo un deporte, pero justo eso es lo que pasó con Paulo Roberto Marqués Roris, uno de los mejores jugadores de fútbol sala de la historia y cuya mudanza a España a finales de los años 80 se gestó de la forma más rocambolesca.
Todo comenzó con un viaje a Brasil de Mariano Sanz y Julián Herrero, vicepresidente y entrenador del Marsanz Torrejón. Buscaban talento local y se enamoraron de un jugador llamado Robson de Jesús, pero sus intentos de reclutarlo no fructificaron. Cotizado en su país y temeroso de aventurarse al otro lado del Atlántico, pues eso entonces suponía renunciar a su selección, alargó meses los contactos y acabó rechazando la oferta. Pero que él no la aprovechara no significaba que no lo hiciera algún conocido. «Podrías ir tú por mí», le espetó a Paulo Roberto, compañero suyo en las filas del Bradesco. Era un contrato de seis meses y le servíría para conseguir el dinero necesario para comprarse el coche que quería. Aceptó.
Ya en casa de Robson, donde el teléfono no paraba de sonar al no usarse aún los móviles, el brasileño expuso su plan. «Yo no voy pero tengo aquí a un jugador buenísimo, es lo que necesitáis», les dijo antes de pasar el auricular a Paulo Roberto. Este, que no hablaba español, fue breve y conciso: «Soy un monstruo. Defiendo bien, soy rápido, nadie me quita la pelota y en todos los equipos que juego soy el máximo goleador». Después les dio su número para cerrar los detalles del contrato. «Me ofrecieron 80.000 pesetas mensuales, pero como no conocía las pesetas les dije que por 1.000 dólares iría. Y me los dieron». Sin saberlo había conseguido un contrato de 120.000 pesetas al mes que le acercaba al coche que tanto deseaba, pero lo que tampoco sabía es que aquello iba a suponer el inicio de una carrera deportiva legendaria.
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Sin embargo, aún quedaba un último escollo. El vuelo desde Río de Janeiro tuvo escalas en Asunción y Dakar y llegó con horas de retraso. A Paulo Roberto le habían dicho que en Madrid le recibiría «alguien llamado Julián con una chaqueta azul», pero no encontró a nadie porque se habían ido a tomar un café al conocer la demora. Sin hablar castellano y procedente de Senegal, pronto la Guardia Civil se interesó por el extraño brasileño. Le acompañaron en busca del tal Julián, pero al no hallarlo se lo llevaron al control de extranjería. Solo la llegada en el último instante de Herrero y Sanz evitó la deportación.
Finalmente debutó en enero de 1989, poco después le ganó la Copa de España a todo un Interviú siendo máximo goleador, e inició un idilio con este país, donde los pabellones comenzaron a llenarse para ver a Paulo Roberto 'Maravilla'. Se nacionalizó en 1991, en el 92 fichó por Redislogar Cotransa y en el 94 por ElPozo Murcia, el equipo de su vida. Anotó más de 600 goles y fue máximo goleador de la liga cinco veces, algo que nadie ha repetido. Y para rematar guió a España, donde fijó su residencia, a la conquista de su primer Mundial. Un giro de guion total para un tipo que solo quería divertirse jugando y comprar un coche.
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