Sevilla - Barcelona: Doblegar al ciclón azulgrana, el más difícil todavía en Nervión

Al actual Barcelona no se le va a descubrir a estas alturas de la temporada. Si está inspirado, no existe oponente capaz de frenarle en Europa. Nadie. Al pobre Valencia se lo comió con papas. Otro tema es cuando a la pandilla de Lamine Yamal le da por no estar del todo inspirada o cae presa de esos terribles riesgos que están dispuestos a asumir bajo la filosofía Flick. Por ahí es por donde está preparando el partido García Pimienta, consciente de las dos caras de un equipo que conoce como nadie por su largo pasado en la cantera azulgrana. Jugadores que ha visto crecer y sabe cómo se comportan, acompañados de otros experimentados y llenos de mala uva, como Lewandowski o Raphinha. Un Barcelona que quiere ganar el título de Liga y todo lo que se le ponga por delante.

Los sevillistas están alerta. De hecho, se llevaron un repaso en su visita a Montjuïc en uno de sus mejores momentos de la temporada, tratando de enseñar músculo donde rara vez son capaces de hacerlo. Una manita que se fraguó en unos pocos minutos de la primera mitad. Al primer despiste, golpeados. Encima, se lesionó en aquel partido de gravedad Chidera Ejuke. Una noche para olvidar, pero que sin duda habrá recordado García Pimienta a sus hombres para decirles qué no se debe hacer. Es imposible luchar contra los elementos o las genialidades de algunos jugadores del Barcelona, muy superiores individualmente a los sevillistas, pero a este conjunto azulgrana también se le puede hacer daño buscando balones a la espalda de su defensa. Se lo han hecho la mayoría de equipos a los que se ha enfrentado. No cometer errores en salida y buscar en largo la velocidad de puntas o extremos. En la mente de todo el sevillismo aparece Lukebakio. Pocos partidos como el de esta noche tendrá el belga para lucirse y demostrar que está llamado a clubes de mayor relevancia deportiva que el Sevilla.

Su propio entrenador es quien no para de picar al extremo para que demuestre cada semana que su nivel no tiene nada que envidiar a la de esas estrellas que visten también de blanco, de azulgrana o del color que sea dentro del top-10 en el concierto europeo. Su cláusula de 40 millones es una invitación para que esa Premier que ya lo quiso antes de firmar por el Sevilla vuelva a la carga el próximo verano. Es una de las ventas claras del club, aunque el jugador ha dejado claro que sólo se moverá si deportivamente le convence. Todo ello provoca que, por partida doble, el Sevilla espere el mejor rendimiento por parte de su estrella.

Pese a las ideas preconcebidas que pueda tener el entrenador del Sevilla en su cabeza de lo que pueda ocurrir en el encuentro, la experiencia le dice que no debe confiarse ante el Barcelona. Por mucho que se califique este tipo de encuentros con poco que perder, a veces es mucho. Mostrarte excesivamente vulnerable es como llevar una mochila repleta de piedras el próximo partido. Y no está el ánimo del equipo para desinflar tan rápidamente ese globo de mejores sensaciones. No gana mucho el Sevilla, aunque ya no pierde con estrépito.

Por ello, el entrenador deberá contener ese ímpetu por hacerlo todo muy rápido. Saber que necesita un partido de largo ante el Barcelona, especialista en alocarlos y convertirlos en una especie de patio de colegio. Detener el vértigo y esconder la pelota en un rincón es el mejor remedio. Cualquier cambio de guion debe contener una base defensiva, de no permitir que el adversario abuse de tu endeblez defensiva, siempre de manifiesto cuando juegas ante equipos con cierto poderío ofensivo. Si se trata del Barcelona, el poder es absoluto. La baja de Carmona trastoca seriamente los planes del entrenador. El cuerpo le pide meter a un lateral sin una tendencia real a subir al ataque, más parecido a un tercer central que a un lateral con recorrido. Colocar a Juanlu y Pedrosa le sigue pareciendo arriesgado, aunque la solución de un defensor en banda, como podría ser Kike Salas, igualmente le produce escalofríos. Lamine Yamal aparecerá por ese costado. Alarma.

Ya del centro del campo hacia la parte ofensiva, Pimienta parecía haber encontrado cómo deseaba que jugase su Sevilla y los elementos que necesitaba en el campo. Estaba creando una sociedad entre Sow, Sambi Lokonga y Saúl. El belga se le ha caído. Debe meter en la ecuación a Agoumé o apostar por retrasar a Saúl y que otra pata ofensiva le dé más mordiente al equipo. Cada vez que le da continuidad a una línea, algo sucede. Es uno de los males del Sevilla esta temporada. Todo se termina rompiendo por algún sitio. El público del Sánchez-Pizjuán esperaba ver por primera vez a Akor Adams. Y hasta dentro de dos meses tendrá que seguir aguardando para verlo por culpa de una lesión. Mientras, el todopoderoso Barcelona de Flick visita Nervión. El Sevilla afila sus uñas para defender su feudo. En días así no vale acobardarse, sólo los valientes siguen en pie.