De la superioridad numérica a otras

Porque el relato del encuentro sí tiene un punto de inflexión en la expulsión de Guido, riguroso Mateu en su percepción sobre todo de la primera amarilla e indiscutible la segunda. Al argentino le sobró la acumulación de infracciones sobre todo para un futbolista de su nivel. Pero también fue consecuencia de esa obligación de vivir a la carrera que había impuesto el Sevilla a un Betis que sí picoteaba con disparos de Fekir y Rodri en la primera mitad, y un gol anulado por fuera de juego de Bellerín, pero que sufría con la mayor exposición física del Sevilla traducida en su movimiento más rápido del balón y a la hora de encontrar apoyos inteligentes. Incómodo con once, con diez el Betis jugó a resistir con mucho tiempo por delante y este equipo no está hecho para tal empresa.

El Sevilla lo sabía bien y no acusó la presión de verse obligado a ganarle a un rival que se había mostrado inferior y que ya estaba herido con diez, a la espera de rematarlo. Los verdiblancos flotaban a Montiel en la derecha y la circulación de pelota de los de Lopetegui ocupaba todo el campo para hacer imposible el agrupamiento de efectivos, persiguiendo un esférico siempre ajeno a los locales y que acababa habitualmente en una llegada al área que suponía el aviso que Ocampos no supo concretar y que sí hizo su compatriota Acuña con un misil.

Con el 0-1 el Sevilla gestionó posesiones más largas y el Betis fue un quiero y no puedo, incapaz de mostrar incluso esas reacciones de amor propio más allá de una llegada de Bellerín y una falta de Tello. La sentencia estaba más cerca que otra cosa por la misma vía de la posesión y la persecución de sombras. Lo hizo de manera desafortunada para los locales, puesto que Bellerín quiso despejar y batió a Bravo tras internada de Montiel validada milimétricamente por el VAR. Ahí, con el 0-2, el Villamarín empezó a vaciarse, consciente de que si antes era más que complicado ya no había nada que hacer más que contemplar una derrota que evidencia la superioridad sevillista más allá de en el número de efectivos sobre el campo. Un frenazo para las aspiraciones béticas, que entran en una larga y pesada digestión durante este parón de selecciones buscando soluciones para que el bache no se interprete como crisis y una alegría para el Sevilla, que se ve arriba y dejando atrás las dudas mostradas ante el Lille, con tanto por seguir construyendo en todos los frentes. Se hablará del derbi de la expulsión de Guido que puede provocar discusiones pero lo que quedó claro es que el Sevilla mereció los tres puntos en juego.