Juegos olímpicos / múnich 1972
El mejor y peor día del atletismo español
Múnich 72: España corría más rápido que Estados Unidos en el 4x100, pero el testigo se fue al suelo en la última posta. Una carrera legendaria contada 50 años después por sus protagonistas
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La entrega fallida de García López a Manolo Carballo en la prueba de 4x100 en Múnich 72
España por delante de Estados Unidos. Un instante mágico. Hace 50 años de aquella carrera en la que se pudo lograr un crono histórico, descomunal para la época. Cuatro velocistas con la camiseta roja de España protagonizaron un hecho legendario al correr por delante de ... las balas estadounidenses, los dominadores absolutos de la velocidad mundial. Aquel 4x100 mágico estuvo a punto de romper la mítica barrera de los 39 segundos.
Sánchez Paraíso, el bólido de Salamanca, ya tristemente desaparecido, fue el velocista que abrió la carrera. Corrió una curva antológica y entregó el testigo a la perfección a Luis Sarría, quizá el hombre más en forma del cuarteto español. Sarría, velocista alto y fino, ligero, voló en la contrarrecta y protagonizó otro cambio perfecto con García López, el granadino de Motril. España llegaba al último cambio por delante de Estados Unidos, los aficionados se frotaban los ojos, nadie daba crédito a lo que veía, las camisetas blancas de los eternos campeones olímpicos, por detrás de los velocistas hispanos. Historia del atletismo español. Estaba a punto de caer un crono descomunal.
Manolo Carballo (74), el más musculoso del cuarteto, arrancó con una potencia enorme y García López no fue capaz de alcanzarlo. El cambio, la entrega del testigo, un cilindro hueco, liviano, no se llegó a producir. El granadino no consiguió acertar en la mano del último relevista por un centímetro y, frustrado, lanzó el testigo al suelo con rabia. Sin embargo, España había brillado. Lo que en un principio se interpretó como una desgracia, realmente pasó a la historia como un episodio maravilloso, mítico, protagonizado por un cuarteto irrepetible que puso de relieve por vez primera la gran calidad de los velocistas españoles a nivel internacional. La leyenda nació justamente de ese final inesperado, lleno de literatura.
«Fue una gran sorpresa para todos», recuerda, medio siglo después, hoy con 73 años, Sarría, con su bigote canoso y su perenne buen humor. «Y pudimos hacer la gran machada. Nosotros teníamos un gran secreto. Habíamos estudiado a fondo nuestra velocidad, nos fijábamos en los apoyos, apurábamos al máximo las entregas y nos guiábamos por la cuenta de los braceos hacia atrás. Al sexto, entregábamos el testigo, sobre el final de la zona, arriesgando al máximo. Yo recuerdo que en mi posta corría el americano Black, que fue plata en el 200, y le metimos una pasada tremenda en el cambio».
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Carballo, el último de los relevistas, también lo recuerda con nitidez a pesar de los 50 años transcurridos. «Estuvimos a punto de hacer historia y se malogró por un desajuste en la entrega del testigo. Disputábamos la primera plaza al intocable equipo USA… fue todo muy intenso. En mi memoria es un episodio que está a la vez cercano y distante en el tiempo, algo muy contradictorio. Es una carrera inolvidable. Esa prueba, maravillosa, siempre está presente en nuestras conversaciones. En nuestro club de 'irrepetibles' es una de las grandes batallas de la historia, una efeméride que vuelve periódicamente, como el cometa Halley en su órbita elíptica. Lo mejor de todo es que esa carrera nos dejó una amistad enorme, acariciante».
Aquel 9 de septiembre no pudo correr sobre la pista Pedro Carda (74), 'el quinto hombre', el suplente del cuarteto hispano. «Lo vi desde la grada», recuerda Carda, cirujano de Alcalá de Henares. «A mí aquello no me ha dejado ningún sentimiento negativo porque, como dice el atleta y poeta Jenaro Talens, compites contra el crono y contra ti mismo, es decir, nunca pierdes. Medio siglo después, mis recuerdos son maravillosos. El atletismo ha evolucionado mucho desde entonces y me temo que no para bien. Aquel era otro deporte, éramos deportistas totalmente aficionados, disfrutábamos de experiencias inolvidables y de una amistad irrepetible».
Sarría define a sus compañeros del relevo con palabras llenas de admiración. «Paraíso transmitía una gran seguridad, era un velocista muy fiable, de gran eficacia en las pruebas de relevos. Me daba mucha confianza que fuera él quien me pasara el testigo. García López tenía una curva impresionante, Carballo contaba con una arrancada del copón, era potentísimo, con muchísima fuerza en las piernas y Carda, si hubiera tenido que correr, lo habría hecho también muy bien». ¿Si hubieran corrido una prueba de 100 metros aquel día, quién habría sido el mejor de todos? «Sinceramente, pienso que yo. Ese año no me ganaba ningún español!», sentencia Sarría, con tranquilidad, sin modestia y sin arrogancia.
El impacto de aquel relevo legendario se agigantó en el atletismo español durante las siguientes décadas. Javier Arques (62), dominador indiscutible de los 100 metros en los años ochenta, afirma que «hace 50 años se juntaron cuatro velocistas extraordinarios, dos grandes especialistas de 100 metros, Paraíso y Carballo, con dos corredores de 200 irrepetibles. Y eran cuatro atletas que se conocían muy bien. La realidad es que el fallo en una de las entregas del relevo entra dentro de lo que es la esencia del 4x100, es consustancial a esta prueba. Puede darse por la salida, por no coincidir exactamente, por la verticalidad… y todo sucede a una velocidad extrema. En mi opinión aquel día se juntaron en Múnich cuatro supervelocistas. Paraíso era un atleta de gran constancia, siempre ganaba. Sarría era la clase, 'Garci', la suavidad y Manolo, la potencia». Medio siglo después, Arques sentencia: «el 4x100 de Múnich fue el primer gran hito de la velocidad española».