EL BAÚL DE LOS DEPORTES
Cuando Xabi Alonso hundió a Ancelotti y, de paso, le hizo un favor al Real Madrid
Hace 20 años, el Liverpool ganó la final de la Liga de Campeones tras una increíble remontada ante el Milan
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El mapa del fútbol universal está plagado de caminos que se entrecruzan en incontables recovecos temporales. Que se lo digan a Carlo Ancelotti y Xabi Alonso, entrenadores saliente y entrante del Real Madrid respectivamente. Ambos han compartido numerosas vivencias, remando juntos en pos de un ... mismo objetivo o enfrentados como rivales, pero si tuvieran que elegir una sola fecha en común probablemente señalarían el 25 de mayo de 2005.
Hace 20 años, Ancelotti era el entrenador del Milan y Xabi Alonso jugaba en el Liverpool. Y aquella noche el destino les juntó en Estambul, escenario de la que acabó convirtiéndose en una de las finales de la Liga de Campeones más apasionante en la historia del gran torneo continental.
No es exageración. Lean, si no, cómo arranca la crónica publicada al día siguiente en ABC: «La quincuagésima. Una final para recordar. Para mantener en la retina y tener grabada en vídeo para revivirla cuando la depresión nos ataque».
Y es que al descanso, el club italiano, entrenado por Carlo Ancelotti, ganaba 3-0, goles de Maldini y Hernán Crespo (2). El desenlace parecía decidido, pero en la segunda parte marcaron Gerrard y Smicer. Y en el minuto 60 el árbitro, el español Mejuto González, pitó un claro penalti a favor de los ingleses.
El joven Xabi Alonso fue el encargado de ejecutarlo. Lo hizo con la pierna derecha, un tiro raso a la diestra de Dida, que adivinó la trayectoria y despejó el balón. El centrocampista vasco, atento y rápido, acudió al rechace y fusiló al portero brasileño con la zurda. 3-3.
A partir de ahí, la locura se vistió de rojo. De 'red' Liverpool: «Nunca en las cuarenta y nueve finales anteriores un equipo había igualado tres tantos de desventaja. El Liverpool lo hizo y forzó una prórroga en la que no podía ni con las botas, pero gracias a dos paradas de Dudek llegó a los penaltis. Y ahí, en la lotería, le tocó porque se había jugado todo su orgullo, todo su corazón. Y el discutido Dudek fue el héroe. Detuvo dos y desvió con la mirada el primero, de Serginho.
Rafa Benítez ya forma parte la historia del Liverpool. Es el Bill Shankly del siglo XXI. Si el legendario técnico escocés fue el cerebro gris, el alma de ese Liverpool que comenzó a forjarse en los sesenta y dominó Europa entre mediados de los setenta y principios de los ochenta, Benítez siempre será recordado como el técnico que devolvió al club de Anfield a la elite continental y enterró definitivamente los fantasmas de la tragedia de Heysel. Veintiún años después de la final del Olímpico de Roma, donde cayó la cuarta también en los penaltis, el rojo vuelve a teñir la «copa de las orejas grandes». La «Champions» suena al son de los «Benitles». Ayer interpretaron una heroica y maravillosa ópera prima. El fútbol escribió anoche una de las páginas más brillantes de las últimas décadas. Todo lo sucedido debe magnificarse en su máxima expresión...
...Resulta casi increíble que un equipo pueda resurgir de sus cenizas y en quince minutos empatar una final que tenía perdida. Es indudable que este club tiene en su interior una fuerza especial que aúpa y empuja a los que se ponen su camiseta».
El 3-3 fue inamovible en la prórroga, así que todo se ventiló en la tanda de penaltis. Como suele pasar, fallaron algunos de los buenos: Serginho, Pirlo y, definitivamente, Shevchenko.
El Liverpool se proclamó pentacampeón de Europa y «la bandera de España se paseó en los festejos». Y es que, junto a Xabi Alonso, en el club británico militaban un puñado de técnicos y jugadores compatriotas: Rafa Benítez, Pako Ayestarán, Paco Herrera, José Manuel Otxotorena, Josemi, Antonio Núñez, Luis García y Fernando Morientes.
«Nuestra reacción en el segundo tiempo ha sido impresionante. El secreto del Liverpool reside en que es una piña, hay un gran compañerismo y un espíritu de superación fuera de lo normal», declaró Alonso tras la final.
Ancelotti, por su parte, hizo de tripas corazón: «Jugamos un buen partido, lo teníamos en mano. Pero tuvimos seis minutos de locura (del 3-0 al 3-3), fallamos goles inexplicables y tiramos lo realizado durante los 120 minutos. Pero el fútbol es así, pasan estas cosas».
El triunfo de Xabi Alonso y sus compañeros sobre el grupo de Ancelotti fue celebrado con satisfacción especial por el Real Madrid. Porque el Milan acechaba la hegemonía continental blanca: «El Milán sobrevuela sobre el reino del Real Madrid. Mañana en Estambul los hombres que comanda Silvio Berlusconi desde su plenipotenciaria residencia y Carlo Ancelotti desde su siempre discutido banquillo disputarán su décima final de la Copa de Europa. De ganarla sumarían siete títulos y se pondrían a tiro de dos del club madridista».
Otro artículo de ABC, titulado «el Liverpool alivia al Madrid», insistía en ello: «Para el Madrid el resultado no fue 6-5, sino 9-6: el Milán sigue con seis títulos de la Copa de Europa y el Madrid tiene nueve. En vez de arañar el Milán al Madrid, el Liverpool, con cinco, araña al Milán. Un alivio para el Madrid del lema 'Zidanes y Pavones', que se va quedando sin Pavones ni Zidanes y está en aprietos sin haber ido a Estambul».
Quién iba a pensar entonces que Xabi y Carlo acabarían defendiendo juntos el escudo madridista.
La victoria inglesa, y la espectacular forma de lograrla, honraron un partido que había sido descrito, con incontestable criterio estadístico, como «la final más laureada de la historia».
«Nunca una final de la Copa de Europa, ahora 'Champions', ha mostrado tanto título en su escaparate desde aquella primera cita de París (13 de junio 56) en la que el Real Madrid le ganó al Stade de Reims. Jamás los dos finalistas habían ganado tanto (10) y estado en tantas finales continentales (21). Los seis del Milán contra los cuatro del Liverpool. No hay ningún equipo español en juego, pero en el coqueto estadio Ataturk se hablará castellano por los españoles del Liverpool y por Mejuto».
Aquel miércoles —las finales se celebraban en mitad de la semana— otro dato, no tan usual hace dos décadas, llamó la atención: «Jugadores de 21 países. Los dos equipos finalistas reúnen en sus plantillas jugadores de 21 nacionalidades distintas. Además de los ingleses (cinco en los de Anfield) y de los italianos (diez en los de San Siro) correspondientes, habrá representantes de 19 países. Milán: 3 brasileños, 2 holandeses y 1 ucraniano, un argentino, un danés, un georgiano, un portugués y un francés. Liverpool: 5 españoles, 4 franceses, 2 checos, un polaco, un irlandés, un finlandés, un noruego, un alemán, un argentino, un croata y un australiano».
Después de aquello, uno de esos italianos, Carlo Ancelotti, y uno de los españoles, Xabi Alonso, compartirían dos vestuarios como entrenador y jugador respectivamente. El del Real Madrid (temporada 2013-14), donde ganaron la Copa del Rey y la décima Liga de Campeones blanca; y el del Bayern de Múnich (2016-17), en el que celebraron una Bundesliga y dos Supercopas de Alemania.
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