Todo irá bien

La Cuaresma adelantada

«El Madrid sólo pone el despertador para la Champions. Un poco como me pasa a mí, la visita de las tías del pueblo tiende a desmoralizarle»

Ayuso está cada vez más estilizada y Laporta a punto de necesitar dos butacas. Yo no le recordaba a la presidenta unos ojos tan brillantes. Y eso que a la media parte me dijo que la noche anterior había dormido mal, como siempre que al ... día siguiente tiene pleno. Justo mismo que le pasa a Laporta pero al revés, con sus ojeras de muchas noches de excesos sin importarle absolutamente nada más que cómo va hacer para salvar el tinglado que tiene organizado con los turcos sin que la evidencia -cada vez más palmaria- lo lleve por delante.

El contraste del palco, entre lo que emerge y la decadencia, se veía también en los primeros compases del juego, entre un Barcelona que salió a que no le hicieran daño y un Madrid que salió a poseer el partido aunque mucho más insustancial que en Liverpool. Al Madrid, ser superior -como lo era ante un Barça mermado y caído hasta de la Europa de los segundones- no le gusta, ni se siente cómodo, ni le ayuda a jugar bien. Necesita perder, la atracción de la tumba, la puerta abierta del infierno. Sin épica que lo tense, el Madrid cuando domina es fofo, lento, como si le faltara motivación para levantarse del asiento y ponerse a jugar. Y un Barça en cuadro, con suplentes de probada ineficacia, no sólo se pudo defender sin angustias del aburguesado dominio local, sino que pudo adelantarse aunque el gol se lo marcara en propia puerta el Madrid.

El pesimismo azulgrana en los días previos, con las sucesivas bajas, se convirtió en un poco de esperanza, y aunque sin grandes alardes y con la precisión atrofiada, pasó a controlar el partido por la vía de esterilizar al Madrid y de volver retóricas sus por otro lado pobres iniciativas en ataque. Los ojos de la presidenta continuaban brillando, y hundidos los de Laporta, pero en el juego la luz había cambiado de bando, y un Bernabéu victimista, que se indignaba por nada, no daba la sensación de estar gestando una de sus grandes remontadas. Pero sólo era la primera parte y todo el mundo -y cuando digo todo el mundo quiero decir exactamente todo el mundo- sabe que a este equipo le bastan cinco minutos para borrar todos los libros y volver a escribir la Historia.

Cansado, torpe y haciendo ruidos guturales que yo no sé a qué respondían, pero les aseguro que fue impresionante verle, Laporta aprovechó el descanso para ir al baño y ponerse colirio. En los ojos (con Jan hay que aclararlo todo). Mejoró el aspecto pero sin remontarlo, porque venía francamente de muy abajo.

El Madrid volvió del vestidor dispuesto a hacer algo más, pero con más voluntarismo que mordiente y sin que se respirara la inminencia del gol. Como si se les hubiera adelantado el viernes de Cuaresma, los de Ancelotti no comían carne y el Barça estuvo tan cerca del 0 a 2 que el Bernabéu se quedó más frío que la noche. Pasaban los minutos y la épica no estaba, ni nadie parecía estar muy seguro de esperarla.

El Madrid sólo pone el despertador para la Champions. Un poco como me pasa a mí, la visita de las tías del pueblo tiende a desmoralizarle. El Barça de Xavi tiene el indiscutible mérito de haberse aprendido a defender, sobre todo de rivales vegetarianos, y rindió en Chamartín muy por encima de sus posibilidades. Tímido asedio local en los últimos minutos pero sin el nervio de ninguna esperanza. Al final del partido, como en el descanso, todos en el palco querían tocar, besar y fotografiarse con la presidenta. Laporta aprovechaba cualquier oportunidad para ir al baño.

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