GRUPO G
Costa de Marfil zarandea a Cristiano
Los africanos no remataron a Portugal, que sólo exhibió a su estrella y un gran tiro al poste
JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
Costa de Marfil zarandeó a Portugal en el primer cruce entre iguales del Mundial. Había curiosidad por colocar en el microscopio a los integrantes de este grupo concebido para el deleite y las lágrimas. Y el veredicto después de noventa minutos decreta el pulgar hacia ... arriba para los africanos. Costa de Marfil sometió a Cristiando Ronaldo y su tropa, sin avasallamientos ni nada parecido, pero con la contundencia de su parte. Y si no ganó fue porque Drogba tiene un brazo en cabestrillo y tardó casi setenta minutos en asomar la nariz por el campo. Sin munición para consumar su derroche físico, el partido se le escapó como un azucarillo entre las manos.
Portugal aceptó el gong del descanso con alivio. Un mal síntoma para el equipo de Cristiano Ronaldo. Porque esa fue la presentación de los lusos en el Mundial: un enjambre de futbolistas al servicio de la macro-estrella. Portugal se empleó con poca energía, jugó sin propiedad, en espera de acontecimientos, salvo que el balón cayese en las botas del madridista. Ahí cambiaba entonces la decoración. Cristiano no sabe competir sin pelear y azuzó el partido con su natural tendencia a las chispas. Cada vez que tocaba el cuero, sucedían cosas. Como siempre.
Preso de ese futbol torbellino que sólo suaviza cuando se dedica a los toquecitos, Cristiano se apropió del partido. Y casi lo decide. En su segunda arrancada, balón en los pies circulando a velocidad de vértigo, largó un tremendo zambozazo que golpeó en el poste. Expuso su voluntad de cambiar el signo de la tarde, que desde el minuto uno tenía color naranja.
Costa de Marfil reúne a una manada de búfalos que sólo caen al suelo en la segunda o la tercera patada, nunca en la primera. La fortaleza física de Yaya Touré, Eboué, Dindane o cualquier otro de sus compañeros se impuso en cada cruce, cada salto. Costa de Marfil interpretó las labores del yunque, en lento avance sobre sobre la portería de Eduardo. Llegaba y llegaba Costa de Marfil, pero carecía de sutileza para el último pase, el toque de gracia.
Cristiano Ronaldo no aceptó el designio, pero se fue diluyendo entre tanta pierna enemiga con dinamita y la falta de colaboración entre los suyos. Portugal tuvo más de decepción que de estímulo. Un cabezazo intencionado de Liedson fue su mejor aportación en la segunda parte.
Cuando salió Drogba con el brazo a media cura, Costa de Marfil encontró un faro para guiar sus pasos. Acentuó su presencia en el área lusa, trabajó con más énfasis sin que ninguno de los suyos diese muestras de cansancio. Lo intentó Kalou con un remate fuera y tuvo el gol Drogba en la prolongación, pero fue innecesariamente generoso y la cedió atrás. Absolución para Portugal, que ayer fue menos que su rival.
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