La intensidad del Madrid barre a un manso Lyon

Esta vez se vio a los blancos saliendo con sables, floretes, cuchillos y sierras eléctricas colgados de los dientes, prestos a meter al Lyon en su área y asfixiarle con todo. No hizo falta. El Olympique suele jugar así. Se ampara en su mejor jugador, el gran Lloris (ese del que hablan será el sucesor de Casillas en breve como mejor portero del mundo), y ahí se las den todas. De poco le valió a los franceses tirar de un Gourcuff. El talento francés lleva cinco meses fuera de concurso por una lesión y, aunque no estuvo mal, no fue suficiente. Gomis, arriba, apenas encontró apoyos, dedicados todos sus compañeros a tapar agujeros, vías de agua, ayudar a Lloris en todo lo que podía. [Así hemos contado el partido]

El Madrid le presionó con todo. Entrando por todos lados, los blancos tuvieron el control y dominio del choque durante la mayor parte del tiempo. Se topó, como era de esperar, con el formidable Lloris y con una tarde discreta de algunos de sus puntuales. Por ejemplo, Cristiano, otra vez tirándose todo lo que le caía en las botas, y Ozil, que suelta gotas de calidad de vez en cuando pero que está de un blandito que se derrite en cuanto le soplan. Benzema se asoció mucho y acabó marcando en una jugada típica de balón parados. Tocó Cristiano en el primer palo y descolocó a todo el mundo. Llegó el francés madridista en el segundo y ahí ya no llegó Lloris.

Si piensan que el Lyon se fue arriba y rompió la pana por el gol recibido, se equivocan. Fue aquello de «mejor perder por uno que arriesgarme a ir por el empate y que me metan tres». Pues tú mismo con tu cuerpo.

El Real siguió apretando el cuello con zarpa de acero y los franceses se fueron al descanso pidiendo la hora, con la voz ahogada y el físico, que siempre ha sido su fuerte, un tanto por los suelos.

El choque lo decantó, más que el Madrid, el terreno de juego. Ya pareció resbaladizo en el primer tramo del encuentro, con gente en el suelo sin venir a cuento. En el minuto dos el incidente, que debía ser nimio, se convirtió en un drama para los franceses. Resbaló Kone en un balón largo y este le quedó franco a Benzema. A imagen y semejanza del Cristiano de los últimos encuentros, el francés se volvió generoso. Entró Khedira libre de marca por el centro y catapún: Lyon al hoyo.

Como le pasa a tantos otros equipos que salen con la consigna de aguantar, cuando se vieron con el agua al cuello se quedaron entre la orilla y el barco, sin saber si ir a un lado a otro. En la duda, el Madrid, que tiene en cada cabeza las charlas de gloria de Mourinho, se volvió frenético, con unas contras tremebundas.

El encuentro como lucha en sí se fue al garete. Al Olympique le cayó el tercero en un fallo colectivo, agobiadas ya todas las líneas, y Ozil, que fue creciendo a medida que lo hacía su equipo. Luego, ya todo fue un festival para los blancos que hicieron un festival del partido mientras que su rival se desmenuzaba.