Liga de campeones
El Barcelona, muy superior al Milán, se mete en semifinales
Los de Guardiola pasan de ronda tras un partido confuso decantado por los errores individuales de los italianos
JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
Había miedo. Se palpaba en el ambiente. Es ese silencio, esa palabra que nadie pronuncia, ese Voldemort que está sin estar. «Bueno, somos el Barça, nadie nos puede tocar», pero en la frase había la mirada de reojo a la espalda porque era el ... Milán , y el Milán es italiano. Ser italiano en fútbol es algo más que cualquier cosa, y es algo más que serlo de otro lado. Ser italiano es precisamente eso, estar sin sentirlo. Meterse atrás, sufrir apretando los dientes, las palmas sangrantes de la tensión, aguantar y pegar, pegar mucho. No tocar un balón en ataque pero, ¡ay, amigo!, pájaro que pillas, a la cazuela. Y Guardiola lo sabe, porque sabe de fútbol y, sobre todo, porque ha jugado allí. Los demás lo presentían, más que lo sabían, de ahí el temor helado que se cuela entre los huesos. [Narración: Así hemos contado el partido]
Así que Pep, arrojado él, hizo una huida hacia adelante. «Como de cualquier forma me vas a marcar un gol, yo voy a marcarte tres», y salió con defensa de tres, que es medio suicidio ante tipos de este oficio. Con esa alineación, el Barcelona sufría en cada ataque del Milán, y el Milán las pasaba moradas cada dos por tres. En el toma y daca, en el golpeo a pies atornillados el Barça habría caído si no llega a ser porque el Milán cayó por donde menos se esperaba: por errores infantiles de su zaga. El primero de Mexes , que si no es capaz de controlar un balón a medio metro sin lanzarlo a cinco es que no merece estar en la elite. Y el segundo de Nesta , que parce mentira que lleve 2.320 años en lo más alto y aún se crea que esto es rugby en vez de fútbol y que mide metro y medio y Busquets metro cuarenta no le van a pillar. Así que en los pecados y bobadas de sus jugadores se llevaron su penitencia. Entre medias, el corazón en la boca porque cuando no llegaba Robinho entre líneas, llegaba Ibrahimovic, que es como el demonio con coleta y todo. Es aparecer, imponente, dominador, superior, y a Piqué se le hacen las piernas canillas. [Fotogalería: las mejores imágenes del partido]
Menos fluidez
Así que en uno de esos sustos Nocerino empató y durante algunos minutos el Barça estuvo en la cuneta. Pero lo cierto es que el que llegaba más y mejor, con su toque ante la barrera de nueve fieras que defendían con uñas y dientes, pero mal, con muchos hombres, pero de forma mediocre, sin posicionamiento, con muchos errores en la precisión de salida del balón y concediendo demasiado.
En el cómputo general del primer tiempo, mirando el panorama, el Barça llegaba más y mejor, siempre con la galopada chepuda y peligrosa de Messi , que es solo mirarte y te dan ganas de irte corriendo a casa y meterte debajo de la cama a temblar y castañear los dientes.
Sin saberlo, todo el pescado estaba ya vendido. La descolocación del Milán, sin saber si ir o venir, propició que su rotundidad decantase el partido, eso y la fortuna del rebote en un tiro de Messi que habilitó a Iniesta para certificar el pase del equipo de Pep a semifinales.
No tuvo fluidez el conjunto casero, pero ese tercer gol tranquilizó a todo el Camp Nou , dentro y fuera del terreno de juego más que nada porque ese «contrapiedista senza regista» que es el contragolpe puro y duro de los italianos ya no daba para meter dos goles, uno todo lo más, y siempre a la espera de que Messi les metiese el puñal hasta la empuñadura.
A pesar de todo, el Barça estuvo confuso casi de continuo. Con Xavi entre algodones la fluidez no es la misma, es como una radio con interferencias y muchas impurezas. Ante tanto especialista en romper juego, el equipo de Pep estuvo incómodo, confuso en muchos momentos e inseguro con una defensa de tres que da de todo menos seguridad, por mucho que el técnico barcelonista se empeñe en ponerla en los partidos grandes. Lo mejor del Barça fue el resultado porque brillantez no hubo. Ni falta que hace porque el Milán es un equipo italiano, y eso es mucho.
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