Recital de Verstappen en el caos de Brasil y desastre de Alonso y Sainz

El gran premio más caótico del curso materializa una parrilla llena de ausencias y pequeños milagros. Falta Alex Albon, que no corre porque destrozó el Williams tres horas antes en una clasificación igualmente delirante, a los mecánicos no les dio tiempo a reparar semejante estropicio. Carlos Sainz parte desde el pit después del impacto contra las protecciones en la pole matinal.

Lance Stroll desliza el Aston Martin fuera de la pista en la vuelta de calentamiento y luego gira mal en el reingreso en la pista para acabar en la grava. La salida es surrealista, Norris empieza el 'warm up' sin semáforo verde, en un caos colectivo que deja coches sin arrancar en la parrilla, desconcierto y una investigación en curso.

La lluvia, como tantas veces en la Fórmula 1, decreta el fin de la abundancia, de la normalidad, y exprime el mundo de las sorpresas. Los pilotos se han levantado a las cuatro de la mañana para disputar la pole a las 7:30. En la salida Russell se adelanta a Norris y lidera la carrera durante 30 vueltas. Y Verstappen, en una puesta de largo impecable, gana siete posiciones (era 17º) en dos giros, comiendo un coche detrás de otro.

Brasil, el circuito de las dos coronaciones de Alonso como campeón, del título que se le escapó en 2007 por la batalla con Hamilton, de los llantos de Massa al sentirse campeón y luego percatarse que Hamilton había adelantado a Glock en la última curva, vuelve a regalar un gran premio impredecible. La naturaleza decide y marca la pauta.

Es una exhibición de Verstappen, desatado en la lluvia, sin cometer un solo error y tragando adversarios en la pista. Hasta que llega a Leclerc y lo frena, es un recital del holandés, que estaba 16 posiciones detrás de Norris en la salida y se coloca a cuatro sin cumplirse un tercio de carrera.

Cuando sale el coche de seguridad y luego se para el gran premio con bandera roja por un accidente de Colapinto, Norris está por detrás de Verstappen, que no ha parado a cambiar ruedas, al contrario que el británico. Error estratégico de McLaren, también de Mercedes, que entregan las dos primeras posiciones de la carrera a Ocon y Verstappen.

La carrera se manejaba con neumáticos intermedios hasta ese momento, lluvia moderada, y eso perjudica a Carlos Sainz y Fernando Alonso. El asturiano, que partía octavo, séptimo en verdad sin Albon, solo puede defenderse en esa lluvia fina. Cuando se para la carrera es décimo. Sainz, desde atrás, está lejos de los puntos.

El mundo es otro con la salida lanzada tras la bandera roja. Manda Ocon, Verstappen al acecho y Carlos Sainz se estampa contra las vallas. Así es el deporte. Gana en México el español y se retira en Brasil en un fin de semana aciago.

Verstappen lo hace de cine, sin un error, en modo bestia, campeón con mayúsculas, se tira a la yugular de Ocon y se sitúa primero. Empezó antepenúltimo y es líder. Cruce del destino, justo en ese momento Norris resbala y pierde puestos y casi empieza a despedirse del Mundial. Verstappen tiene otra talla, desde luego.

Es un domingo de perros para los españoles, Alonso se sale de pista y entre trompos y correcciones vuelve último del gran premio en ese lance. Día para olvidar cuando había esperanzas fundadas en el talento del asturiano.

Gana Verstappen en un monólogo hasta el final sin precedentes, acompañado en el podio por un insólito dúo, los dos pilotos de Alpine, Ocon y Gasly, que salvan la pésima campaña de la escudería francesa.