fórmula 1
La F-1 revive sin Vettel
Victoria del inglés y segundo puesto de Alonso en el único abandono de Vettel en 2011
Se ausentó una tarde de domingo Sebastian Vettel y revivió la Fórmula 1 como si la hubieran liberado de un yugo. El pulso lánguido que desprendían las últimas carreras, anestesiadas por el campeón, se transformó en una taquicardia repentina. Una mancha en la inmaculada hoja ... de servicios 2011 de Red Bull abrió la espita para que se colasen los nombres de siempre, los que han tejido la exuberancia moderna de la Fórmula 1. Ganó Lewis Hamilton en redención de sus penas y lo escoltó Fernando Alonso, protagonistas ambos de una amistad recién promulgada. Y subió Button al primer podio del año sin inquilinos Red Bull. [Así hemos contado la carrera]
No tiene la culpa el chico de Heppenheim, quien, como todos, ha sido educado en la exigencia extrema de este deporte. Todos los gestores, protagonistas y paseantes de este teatro conocen el dicho que funciona hasta las últimas consecuencias: la F-1 es como las damas, o comes o te comen. Se retiró Vettel después de la primera curva por un pinchazo en su rueda trasera derecha y aquello parecía un funeral. Paños de lágrimas para acompañar en el dolor que pareció auténtico al precoz campeón. Lo consoló Bernie Ecclestone, siempre por delante de la realidad. También el ex piloto Gerhard Berger y más tarde la coral lastimera de Red Bull. Una pena lo de Vettel, sí, que ha barrido a la competencia, levantado el título antes de la hora y sujeta una hilera de récords que para sí quisiera cualquier piloto de la parrilla. [Fotogalería: La carrera, en imágenes]
Un pinchazo. Un mal cálculo de la presión de los neumáticos, un roce excesivo con alguna pieza del coche o algún objeto no identificado en la pista, lo que fuese, proporcionó la cuota de interés que le faltaba a la F-1 en los últimos tiempos. Vettel no chocó contra nadie, se lesionó solo.
Con su primer cero del curso, surgió una nueva dimensión. Hamilton vio la pista despejada delante de sus ojos e imaginó la felicidad. No atisbó la amable sombra de Jenson Button amenazando su estatus de niño bonito en el universo inglés. Olvidó por unas horas a Nicole Scherzinger, su deslumbrante novia capaz de hechizar cualquier paddock del mundo con su belleza y que lo ha dejado plantado. Esquivó una temporada de tortura en la que ha naufragado muchas tardes. Y empezó a vislumbrar champán en el podio y una sonrisa en el rostro que desdibuje ese ceño fruncido que arrastra en 2011.
El pescado se vendió en la primera vuelta. Desplazado Vettel y con Hamilton soñando despierto, Alonso interpretó los acontecimientos con inteligencia. Todo se juega en el giro inicial en la F-1 de nuestros días. Acosó a Webber en la primera curva y se hizo con él. Y antes de superar de nuevo la parrilla, ya había franqueado la posición de Button. De repente, segundo.
Y ahí defendió su botín con la solvencia de costumbre. Aprovechó los problemas de Button con su Kers para alejar a un enemigo y atentó contra Hamilton desde la distancia. Rodó y rodó a todo tren, apurando las dos entradas de Hamilton en el garaje, sobre todo en la segunda, cuando se acercó a un par de segundos. Pero nunca lo tuvo a tiro de alerón móvil. No hubo reedición de la feroz rivalidad que convirtió a ambos en iconos deportivos de nuestro tiempo.
Las diferencias salen a la luz cuando se teoriza sobre Fórmula 1 y pilotos calibrados a partir de coches iguales. Los grandes conductores siempre ofrecen algo más, un destello, un aporte extra que permite llevar el coche donde otros no son capaces. No enseña el mismo rendimiento Webber que Vettel con el mismo Red Bull pata negra. Mucho menos Massa respecto a Alonso. Los fórmulas no van por un raíl de tren.
La carrera solo enseñó un momento de incertidumbre, la segunda parada de Hamilton en el box. Alonso dudó si entrar rápido o exprimir su Ferrari en busca de algún segundo extra. Optó por lo segundo antes de montar los neumáticos duros, pero el resultado fue el mismo. Cuando él salió del garaje, Hamilton siguió primero.
Las gomas duras han sido el calvario de Ferrari esta temporada y ya casi fue una cuestión psicológica. Era imposible cazar al inglés con el compuesto que había atascado al Ferrari durante todo el año. Hamilton se escapó de nuevo y Alonso transportó su coche hacia el mejor lugar posible.
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