Caballos desbocados y reclamaciones: la polémica primera edición de la Vuelta a Andalucía

El temprano debut de la ronda andaluza, lejano ya en el tiempo, la convierte en la tercera carrera más antigua de cuantas se celebran en España , solo por detrás de la Volta a Catalunya (1911) y la Itzulia-Vuelta al País Vasco (1924). Sin embargo, por motivos económicos y organizativos, tuvieron que pasar nada menos que treinta años, hasta 1955, para que se celebrara la segunda edición, cuya organización corrió a cargo de la Agrupación Ciclista Malagueña.

El origen de la carrera, no obstante, se debe al sevillano Miguel Arteman Cerdá , miembro de la primera redacción de Mundo Deportivo , que por aquel entonces era secretario de la Unión Velocipédica Española (UVE), el precedente de la Real Federación Española de Ciclismo. Arteman, que también había sido uno de los impulsores de la Volta, fue campeón de España de motociclismo en 1908. Su mano derecha en la noble labor de sacar adelante la Vuelta a Andalucía fue Rafael Ángel Olmedo, de El noticiero sevillano . Para el nacimiento de la carrera, que constó de cinco etapas, las fechas escogidas fueron unas bastante inusuales en la actualidad, ya que a esas alturas la temporada de carretera ha terminado: entre el 28 de octubre y el 1 de noviembre .

El recorrido constó de 735 kilómetros a lo largo de las cinco etapas diseñadas por Arteman junto a Ciclosport sevillano, que transcurrieron entre Sevilla y Córdoba (131 km), Córdoba y Málaga (183 km), Málaga y Algeciras (140 km), Algeciras y Cádiz (125 km) y Cádiz y Sevilla (156 km). Participó un total de 38 corredores independientes , todos ellos españoles, lo cual fue valorado como un éxito en aquellos tiempos. Entre las numerosas entidades que colaboraron en la organización y realización de la prueba estuvieron el Real Betis Balompié y el Sevilla Fútbol Club.

Aquella primera Vuelta a Andalucía tuvo un dominador de los esprints, el madrileño Telmo García, que se adjudicó la victoria en la tercera, cuarta y quinta etapa. El 1 de noviembre de aquel año de 1925 se alzó como primer vencedor de la carrera Ricardo Montero , un ciclista guipuzcoano (aunque nacido en Ávila) de 23 años que ya se había impuesto en la primera etapa y que llegaba a la carrera como campeón de España en ruta, título conseguido en San Sebastián apenas tres meses antes.

Sin embargo, no puede decirse que aquella fuera una edición sin sobresaltos ni polémicas. De hecho, esa última jornada entre Cádiz y la capital hispalense fue caótica y dio lugar a varios conflictos. La etapa daba comienzo con el cántabro Victorino Otero como líder de la clasificación general , solo 27 segundos por delante de Montero. Llegando a Sevilla, donde esperaba bastante público, este último atacó con la intención de dar la vuelta a la carrera y ganarla, ataque al que respondió Otero. Sin embargo, y como si de una película de Berlanga se tratara, el caballo de un guardia civil se desbocó en los alrededores de la línea de meta , tal y como recoge Carlos J. Martín en la revista Chapina , con la mala fortuna de que chocó con Otero, quien cayó al suelo. Esto hizo que se le escapase el triufo al cántabro, que terminó la etapa a 32 segundos de Montero, quedando a cinco del mismo en la general final.

Visiblemente cabreado con el resultado y las condiciones en que se había producido, Victorino Otero reclamó a la UVE alegando que la distancia que le quedaba por recorrer antes del accidente era inferior a 27 segundos, que había habido fallos en el cronometraje del final de la etapa e incluso que Montero había recibido ayuda externa para cruzar el río Guadiaro. El impacto mediático que generó el entuerto mostró a diversos testigos e implicados posicionados a un lado u otro en los días posteriores al término de la ronda andaluza.

No obstante, todo cayó en saco roto para Otero, ya que la Unión Velocipédica Española concluyó dando por ganador a Ricardo Montero , quien se hizo con el título y con las mil pesetas del premio. Además, se desestimó la reclamación de Otero y se sancionó a este último con nada menos que seis meses de suspensión por actitudes antideportivas el día del reparto de premios, «al insolentarse con los jurados de la carrera, profiriendo frases incorrectas dirigidas a las autoridades que formaban parte de la mesa», como la resolución de la UVE.

Dejando las polémicas a un lado, muchos medios de la prensa de la época se hicieron eco de la celebración de la primera Vuelta a Andalucía. La publicación mensual Gran Vida compartió, además de las clasificaciones finales, una breve crónica en la que se congratulaba por la importancia que tenía para el ciclismo andaluz el nacimiento de la carrera: «Este primer paso debe acogerse con júbilo por toda la afición». También se señalaban, no obstante, algunos de los defectos de la misma en su debut: «No hubo verdadera batalla, salvo algún encono (de la general apatía bruscamente se pasaba a la iracundia) en el final de las pruebas». Sea como fuere, y aunque tardara treinta años en volver a disputarse, aquella edición de 1925 puso la primera piedra de una competición ciclista que hoy es fundamental para Andalucía y para el ciclismo profesional.