Proeza de Roglic en el Monte Lussari: será campeón por 14 segundos

[Así hemos contado la cronoescalada]

Falta el paseo por las calles de Roma y el esprint en el Foro Imperial, a espaldas del Coliseo. Pero el epílogo competitivo del Giro no pudo estar mejor diseñado. El ascenso individual al inédito Monte Lussari no solo dejó algunas estampas preciosas, también una emocionante batalla deportiva. Una carretera estrecha y de pavimento irregular recibía a los ciclistas al inicio del puerto. De la salida en Tarvisio hasta allí, 11 kilómetros que no iban a decidir nada. Toda la sustancia empezaba con las cuestas.

Apoyo exagerado a Roglic en las cunetas, donde ondean cientos de banderas eslovenas. Apenas diez kilómetros separan el santuario que corona el Monte Lussari con la frontera del país de origen del triple ganador de la Vuelta. Al paso del héroe apenas sí se adivina por dónde transcurre la carretera.

La cronoescalada ofrece el aliciente del cambio de bicicleta de los corredores al comenzar la parte escarpada. En el caso de Thomas, cambia también el casco. No hay coches en ese último tramo de la carrera. No caben. Son 7,3 kilómetros de subida en un terreno angosto a un desnivel promedio del 12,1 %. Las rampas más duras alcanzan el 22 %.

Roglic inicia el ascenso con dos segundos de ventaja sobre Geraint Thomas, lo que confirma que todo está por decidir. Marcha ligero el esloveno, que ha cogido ritmo en los Dolomitas y acaba el Giro en buena forma. Por el segundo paso intermedio (kilómetro 14,3) ya son 16 segundos de ventaja sobre Thomas. Entonces ocurre lo imponderable. Un bache traicionero saca la cadena de su bici. Roglic actúa rápido y la coloca en tiempo récord. Pero las prisas y la descoordinación juegan en su contra. No hay nadie que le empuje. El mecánico que debe hacerlo llega con las manos ocupadas, pues porta la bicicleta de recambio. Para cuando al fin se pone en marcha ha perdido un tiempo precioso. El hombre de los mil percances parece vivir otra pesadilla, pero aprieta los dientes y hace un final de etapa primoroso.

Unos kilómetros más abajo, Thomas sufre. No encuentra el modo de meterle mano a la montaña y va dejándose segundos. Pese al percance de su rival cruza por el último paso intermedio 29 segundos por detrás. El rosa ya no le pertenece. En la meta la sangría es mayor, 40 segundos. Ni siquiera le da para pensar en la hazaña de recuperar el Giro en las calles de Roma gracias a las bonificaciones. Al galés le faltaron fuerzas y le sobró un santuario.