Las universidades de Estados Unidos, amenaza para las canteras del baloncesto español

La NCAA, que permite cobrar altas cantidades y preparase para la NBA, provoca una fuga de talentos cada vez más precoz

Aday Mara, un unicornio que ya vuela de Zaragoza a Los Angeles

Aday Mara, durante un partido con el Zaragoza acb

El rifirrafe de la semana pasada entre el Basket Zaragoza y Aday Mara ha puesto en el escaparate uno de los grandes problemas del baloncesto español y europeo. El pívot de 18 años, uno de los más brillantes talentos nacionales y que este año ... ha jugado su primera temporada completa en la ACB, anunció en abril, como adelantó 'Relevo', que su intención era la de abandonar la disciplina maña, el club de su vida, al final de la actual temporada y firmar con UCLA, una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos. Más allá del típico tira y afloja entre ambas partes (el jugador quiere rescindir su contrato unilateralmente y el club exige el pago de una cláusula), lo cierto es que el caso del pívot es la última evidencia de que la NCAA (liga universitaria estadounidense) se ha convertido en uno de los grandes problemas de las canteras españolas, que cada vez con más frecuencia ven cómo sus grandes joyas, una vez cumplida la mayoría de edad, hacen las maletas y cruzan el Atlántico en vez de acabar su formación en casa.

La respuesta a este fenómeno es muy sencilla. El salto a la NBA es absolutamente más leve desde una universidad de renombre que desde un club europeo, como es la situación de Mara y el de otras futuras estrellas españolas que dieron el paso antes que él, como Baba Miller, gran proyecto de la cantera del Madrid que el pasado verano firmó con Florida State. Permite acomodarse al entorno, lucirse en partidos que incluso se retransmiten a nivel nacional (la final de este año entre Huskies y Aztecs tuvo una media de casi 15 millones de telespectadores) y además se cobra más que en Europa.

Desde 2021, por orden de la Corte Suprema del país norteamericano, los jugadores que compitan en la ya centenaria NCAA, tanto de baloncesto como de otros deportes, pueden recibir compensación monetaria por su participación en la misma. Un cambio que supuso una auténtica revolución, pues en una organización que en 2018 generó más de mil millones de dólares por patrocinios, derechos televisivos y venta de entradas (una auténtica barbaridad para una competición que aún sigue considerada como amateur), eran los atletas los únicos que no se beneficiaban del montante generado. Solo eran recompensados con una beca para sus estudios y su estancia en la institución. Como ejemplo para explicar la anomalía, esta temporada en la NCAA había 20 entrenadores que cobraban más de la media de lo que gana un técnico en la NBA, unos tres millones y medio de dólares.

El panorama cambió radicalmente cuando en 2017, el FBI destapó una trama en la que estaban involucradas varias universidades de renombre y en la que salió a la luz sus oscuras maniobras (sobornos en forma de becas, coches o incluso dinero en efectivo) para atraer a los grandes jugadores de instituto a sus equipos. El caso, presentado (aunque no resuelto) de forma excepcional en el documental de HBO 'The Scheme: El escándalo de Christian Dawkins', llegó hasta las más altas esferas de la justicia estadounidense. Incluso la NBA metió baza en la situación y amenazó con permitir a los deportistas de 18 años ingresar en la liga directamente sin pasar por la universidad, lo que habría dejado sin grandes estrellas a la NCAA y habría oxidado el flujo del dinero.

Como resultado, los jugadores comenzaron a monetizar sus esfuerzos sobre la cancha (los derechos NIL que, por ejemplo, podrían reportarle a Mara unos 600.000 dólares tras su fichaje por UCLA, una cifra muy superior a lo que cobra en Zaragoza). Es cierto que no están asalariados, pero pueden cobrar por derechos de imagen (pago directo desde las universidades) y firmar contratos de patrocinio con diversos negocios, desde marcas deportivas hasta restaurantes locales (pagos indirectos), una dimensión amplificada por el fenómeno de las redes sociales, que les permite ingresar muchos más ceros en su cuenta corriente. Y este potente imán es el que deja en una situación muy delicada a las canteras nacionales.

«Para mantener jugadores en España y que se desarrollen aquí, lo que debemos hacer es que los programas, las competiciones y los entornos sean mejores que los de Estados Unidos. En muchos casos lo son. No es lo mismo jugar la Euroliga con 18 años que la NCAA, ni comparable, pero claro, solo unos pocos acceden a ello. Sin embargo, es difícil competir con Estados Unidos a la hora de adaptarse al escenario de allí. Tenemos que centrarnos en los aspectos del juego, que al saltar el charco los jugadores tengan consistencia para afrontarlo y no necesiten ir a la universidad antes», explica José Luis Pichel, que actualmente forma parte del cuerpo técnico del Fuenlabrada y que tuvo en sus manos moldes tan mágicos como el de Luka Doncic, cuando trabajaba en la cantera del Real Madrid.

«Esto sin duda ha sido sorpresivo, ahora mismo el jugador sí va a ganar dinero y eso incentiva a dar el salto. Esto es nuevo para todo el mundo e imagino que se acabará regulando como las cláusulas NBA. Toca esperar, pero sigo pensando que España, por estructura de cantera y profesionales, está a la cabeza en muchas cosas. Si somos capaces de mejorar en lo que no estamos a la cabeza, seguiremos siendo una referencia a nivel continental e internacional», clausura Pichel.

La NBA entra en juego

No solo la NCAA pretende atraer cada vez con más frecuencia a los jugadores españoles y europeos. Este año, la NBA creado un draft internacional, en el que la propia liga vendrá al Viejo Continente para seleccionar a jugadores de entre 18 y 21 años. Una vez vistas sus aptitudes, se les propondrá viajar a Estados Unidos para unirse a la G-League, una competición de desarrollo formada por filiales de las franquicias NBA, donde podrán foguearse y optar a subir 'al primer equipo'. «Esto es otra vía para jugadores que quizás no puedan acceder a la NBA a través del draft o por las universidades, aunque esta opción también presenta muchas lagunas», resume Pichel.

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