España se luce antes del Mundial

El ambiente festivo -con la presencia del Rey Felipe VI- ayudó a que el inicio de partido fuera arrollador por parte de la selección. En un Palacio teñido de rojo, Orenga dispuso el que probablemente sea su cinco titular en el primer partido de la Copa del Mundo ante Irán, con los hermanos Gasol en la pintura y Ricky en la manija del equipo escoltado por Navarro y Llull. Un conjunto equilibrado que no tardó en poner tierra de por medio en el marcador.

En la primera acción del partido, Pau Gasol enterró de un plumazo todos los males que adolecía el equipo desde el perímetro. El pívot anotó el primero de los 11 triples que consiguió la selección española, cuya asignatura pendiente quedó aprobada justo antes de los exámenes finales.

La velocidad de Ricky le dio otro aire a la selección, que cimentó su triunfo en una defensa asfixiante y en un control del rebote casi total. A los argentinos les costó cuatro minutos anotar su primera canasta. España, fluida en ataque, falló en su control del juego. Hasta ocho pérdidas acumulaba hasta entonces el conjunto de Orenga, que fueron 20 al final del partido. Un mal que deberá tener en cuenta para evitar males mayores.

Lejos de disminuir, la distancia entre ambos equipos se fue haciendo más y más grande. Argentina no encontraba solución a sus males y cada vez que miraba la silla de cambios de España veía cómo sus problemas iban en aumento. Ibaka, Sergio Rodríguez, Calderón... Todos cumplieron para incrementar la distancia, que mediado el segundo cuarto era del doble (34-17, min. 15).

Campazzo, el nuevo base del Real Madrid , era el único que intentaba cortar la sangría. El menudo jugador se atrevía con todo. Valiente y alocado, se comió un tapón de Sergio Rodríguez para minutos después clavar un triple con el mismísimo Ibaka delante. Genio y figura. Un jugador de esos que gustan en el Palacio y que ayer, aunque con la camiseta de Argentina, se dejó ver ya ante el que será su público en unas semanas. Junto a él brilló Nocioni, otro fichaje madridista para esta temporada, que fue de los pocos que aportó garra en la albiceleste y que protagonizó un pique con Ibaka que animó el último tramo del encuentro, cuando España llegó a mandar por 33 puntos (83-50).

Con el choque decidido, España aprovechó para limar detalles. Orenga repartió esfuerzos y el público disfrutó de una fiesta que anticipa otra. La que se disputará en el mismo escenario el 14 de septiembre. La final del Mundial. El sueño de un equipo que el sábado comenzará su andadura en la Copa del Mundo con el objetivo de llegar vivo hasta ahí.