Ballesteros gana el Open Británico
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22 de julio de 1984. La foto de Severiano Ballesteros puño en alto tras firmar el 'birdie' definitivo en el hoyo 18 dio la vuelta al mundo. Ese icónico gesto del español celebrando el triunfo acabaría convirtiéndose en la imagen de su marca comercial. Fue la segunda de las tres victorias que consiguió el golfista cántabro en el Open Británico
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Cuando Severiano embocó para 'birdie' en el último hoyo, lanzó rabiosamente los brazos por alto para expresar su enorme alegría. No había terminado Tom Watson, pero el mozo de Pedreña sabía que era nuevamente ganador del 'open' británico, cualquiera que fuera la jugada del astro ... norteamericano. En efecto, Severiano conquistó de nuevo su ilusión. Con esta es la cuarta vez que el santanderino de oro viste la chaqueta verde que caracteriza a los deportistas gigantes del Grand Slam. España se instala en el tren definitivamente en la historia del golf mundial. Para los británicos, que fueron los que le vieron nacer al éxito, el santanderino es ya un ídolo casi suyo, al que miman hasta el infinito.
Ahora, ya terminado todo, se ve fácil este triunfo. Pero costó muchísimo. Ha sido un 'open' cargado de tensiones desde el primero al último minuto. Para ganar, como lo ha hecho Seve, tuvo que estar tres jornadas iniciales en absoluto bajo par; y aun así, llegó en tercer lugar al día decisivo, en el que tuvo la suerte de concentrarse y no errar, más la ayuda de que fallaran los dos que iban por delante. Sin embargo, nadie le regaló nada, porque Ballesteros se lo ganó a pulso. Hizo cuatro 'birdies' y un solo 'bogey', éste en el momento peligrosísimo del undécimo, para terminar en tres bajo par en la cartulina de día. El último de los 'birdies' fue el remate de todo campeón: en el hoyo dieciocho, frente al templo sagrado del golf, en St. Andrews. La bola llegó mansamente a su objetivo y no habría caído si el hoyo hubiera estado dos milímetros más allá. La multitud estalló en una ovación de época.
Empezó muy seguro el montañés. Tenía confianza en sí mismo y se había montado los pantalones azul oscuro de los días de triunfo. Severiano es así y cuando cree que puede ganar no se pone otros coloridos. Par, par, par, par y 'birdie'. Al quinto hoyo ya se había puesto a tiro. De los dos que llevaba por delante, Baker-Finch se perdía pronto en la mediocridad y dejaba a Tom Watson para una lucha particular. En el octavo, nuevo 'birdie' de Severiano y Watson en tensión como un novato. El liderato no pasó al español hasta el hoyo once y fue por un 'doble bogey' de Watson, que no daba una a derechas en jornada aciaga que remataría espectacularmente en el hoyo diecisiete, el más temido por los jugadores.
Un nuevo 'birdie' de Ballesteros en el decimoquinto le puso ya en el disparadero hacia el triunfo, Era líder y tenía que aplicar su tecnicismo al máximo para conservar la ventaja. Sólo le tenía miedo al diecisiete, donde en días anteriores había cometido 'bogey', y así se lo dijo al 'caddie': «Si paso, gano». Y así fue. El pobre Watson, minutos más tarde, se salía de la calle e iba a parar tras el asfalto cerca de un muro. El americano había perdido el 'open' y la oportunidad de igualar el récord de seis triunfos de Harry Vardon en la historia del 'open'.
En fin, Severiano Ballesteros ganó, que era lo importante. De forma espectacular, además, con doce bajo par. Y pasa a algo más que la gloria de los chaquetas verdes por el hecho de haber vencido ya en dos ocasiones, y las que pueden aún venir, como otros pocos, muy pocos, en toda la historia del golf, como el propio Watson, el genial Jack Nicklaus, el imponente Lee Treviño o el impresionante Gary Player, de los que actualmente quedan en activo.
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