Oporto 2 - 1 Atlético de Madrid
El plan Simeone termina en desastre
Champions League / Fase de grupos
Los rojiblancos completan otra actuación calamitosa en Oporto y se quedan fuera de todo, hasta de la Europa League
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¿Por qué sigue aún Simeone?
Simeone, durante el partido
Cuesta recordar un peor Atlético, posiblemente porque nunca lo habían dejado caer tan bajo. Se tomaban decisiones antes de eso, a veces incluso de forma precipitada. Pero ahora se deja escapar la sangre, se estira la agonía, se recrea el sufrimiento. No queda nada, pero ... no se interviene. Los dueños contemplan la destrucción como miran las vacas al tren. Y permiten que la leyenda de Simeone se arrastre por el suelo y el equipo se descomponga. Nadie le cree, nadie le entiende. Se defiende con miedo y sin interés, se ataca con ignorancia y sin munición. Se pierde y se roza el ridículo. También ayer en Oporto, el escenario donde el Atlético certificó su defunción europea tras otra actuación calamitosa. Quedó fuera también de la Europa League. ¿Medidas drásticas? Ni las esperen. La temporada se va a hacer mucha bola.
La siesta defensiva del Atlético no empezó esta vez a los 28 segundos, como en Cádiz, pero sí a los cinco minutos. En el primer ataque del Oporto. Una conducción larga y consentida de Pepé, un pase interior facilitado a Evanilson y un remate a placer de Taremi en el área pequeña. Todo recibido con bostezos y ojos cerrados, abriendo las puertas de par en par, regalándose. Una vergüenza. Un equipo de mentira manchado de desidia, falta de atención y ausencia de compromiso.
Los instantes previos fueron una ráfaga impostada de ganas de ganar. Con Joao Félix (Simeone no se atrevió a sentarle una vez más de salida) tratando de asumir el balón y los galones, pero todo se desvaneció al primer achuchón en contra, sin saber qué hacer desde entonces en una dirección y en la otra. A la segunda, el Atlético se entregó de nuevo, permitiendo avanzar al Oporto hasta el área con toquecitos cortos e inofensivos que Oblak abortó (a Galeno) en el último instante. Y a la tercera, otra rendición en cadena (la patada al aire de Savic ante Galeno, la indecisión de Reinildo frente a Eustaquio), se acabó del todo.
El Atlético fue una suma desesperante de pérdidas absurdas, irresponsables, de pelota y de miedo y complacencia defensiva. Otra vez echando de menos a los ausentes (sin Koke este equipo no sabe jugar, es una estadística) y de más a los presentes, con Simeone a la cabeza. El equipo es un reflejo inequívoco de la debilidad actual de su entrenador, perdido, confundido, frágil, aterrorizado, sin saber qué hacer. La destrucción del Atlético es cada día más evidente. Pero aquí no pasa nada, sigue rezando el mensaje institucional.
Oporto 2 - 1 At. Madrid
Champions League / Última jornada de la fase de grupos
- Oporto: Diogo Costa; Pepé (Conceiçao, 89), Cardoso, Marcano, Zaidu (Wendell, 53); Otavio (Borges, 89), Eustaquio, Grujic, Galeno (Folha, 89); Evanilson (Toni Martínez, 81) y Taremi.
- At. Madrid: Oblak; Nahuel, Savic, Giménez, Reinildo; Correa (Barrios, 85), De Paul, Witsel, Saúl (Carrasco, 60); Griezmann y Joao Félix (Cunha, 60).
- Goles: 1-0, m.5: Taremi. 2-0, m.24. Eustaquio. 2-1, m.90+4. Carrasco
- Árbitro: Orsato (Italia). Amarilla a Grujic, Savic, Cardoso, De Paul y Reinildo
El Atlético llegó esposado al descanso, resignado a su incapacidad y mirando de reojo a Leverkusen. Cualquier opción de prosperidad dependía de lo que pasara en el Bayer-Brujas (que ganaran los belgas) no de lo que ocurriera en Oporto, donde no le quedaba esperanza. Los portugueses estaban dando un meneo histórico. No hubo sustituciones tampoco en el arranque de la segunda mitad, otra demostración de que Simeone no sabe detectar los males ni las soluciones. Transforma el dibujo, su juego favorito, del 4-4-2 al 5-3-2, y le vale. Hasta que el reloj diga que toca mover ficha.
O sea, a la hora de juego. Exacta. Un minuto 60 que el entrenador utilizó para despreciar de nuevo a su víctima favorita. ¿Estaba haciéndolo bien el Joao Félix? No. ¿Estaba haciéndolo peor que sus compañeros? Ni en broma. Pero Simeone no le soporta, es lo que hay. Así que fuera el portugués y Saúl y dentro Cunha y Carrasco. Testimonial en todo caso. El Atlético siguió siendo una caricatura un buen rato.
No ayudó al Atlético tampoco el árbitro, que invalidó por una faltita de De Paul un oasis de Griezmann que acabó en gol. El Oporto sí le echó un cable, porque no apretó a fondo el acelerador, renunció a ensañarse. Pero Oblak siguió siendo el mejor de los madrileños, salvador a la contra cuando ya se decidieron a volcarse en ataque, desnortado.
Como no hubo favor del Brujas (0-0), el Atlético pagó su naufragio en Oporto (y en todo su trayecto por esta Champions) con la eliminación. Se quedó fuera hasta del consuelo de la Europa League. Sin un pellizco de dinero, sin un gramo de reputación y hasta sin jueves. Humillado entre olés, pese algol postrero de Carrasco Horribles todos. La peor secuencia de la era Simeone. Que se derrumba, que se acabó, pero ahí sigue. Y seguirá.
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