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«La soledad del corredor de fondo»
Alan Sillitoe describe la frustración de una generación de posguerra llena de rebeldía que explota en una carrera
«La soledad del corredor de fondo»
En cada zancada, un pensamiento; en cada carrera, una vida entera. Es lo que puede pasar por la cabeza de un atleta dedicado a las largas distancias. El escritor Alan Sillitoe utiliza el horizonte lejano que acompaña a un corredor de fondo para expresar ... con palabras aplastadas en cada zancada la frustración de una generación posguerra mundial que no encuentra su sitio en el mundo. El protagonista, Colin Smith, encuentra en las carreras de fondo una salida dentro de su propia cabeza para derrotar al poderoso, aunque tenga que sufrir los dolores del flato, del cansancio o de la propia derrota. En juego , una copa, un modo de vida, una rebelión adolescente contra los límites establecidos.
El autor inglés describe con desgarradora belleza la situación de la Inglaterra más profunda , la más obrera, la que sufre para llegar a final de mes y la que se alimenta de sueños que se esfuman en cada calada. Smith, hijo de una viuda y carne de reformatorio, es ejemplo claro de aquella generación condenada a una adolescencia en una fábrica sin más horizontes que los que sus zapatillas podían otorgarle. El robo en una panadería es la excusa de Allitoe para contar la rabia y el desasosiego concentrados en un muchacho sin nada que perder, que luchará por ganar la poca autoestima que pueda ofrecerle la vida y que la arrancará de donde haga falta.
Ocho kilómetros, una carrera de fondo que puede ser muy larga porque empieza en cada entrenamiento. A las cinco de la mañana, de noche, sin nada en el estómago y el frío tras la puerta. El rocío esperando en los arbustos que arañan la piel, el cansancio acechando en cada curva, el frío atenazando las manos. Pero detrás del dolor, la sensación de ser el primer y el último hombre en la tierra , con el poderío que otorga saberse único. Y el orgullo se traslada a las zapatillas, que recorren el camino mientras la cabeza, despejada de ruidos , acompañada de la soledad, funciona por su cuenta, pensando el ritmo del clas-clas-clas, imaginando la meta, sucumbiendo al cansancio o animando para una zancada más.
Una bella historia de superación, de rabia contenida en unas zapatillas y la línea de llegada como triunfo vital, el más personal porque solo el corredor de fondo sabe cuáles son sus límites, su capacidad, y su verdadero reto. Y a lo mejor el premio no es llegar el primero .
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