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literatura y deporte

«Ahogados en la orilla», el rostro de los perdedores

Carlos Molina recupera de la hemeroteca grandes derrotas que fueron incluso más recordadas que las victorias

laura marta

Nunca protagonizaron las portadas y siempre miraron hacia arriba en el cajón. Pocas veces se encontró su sonrisa en la foto, en casi ninguna alzó los brazos. Son los perdedores, los antagonistas de la historia principal , los que terminaron en la lona, en el olvido, hasta que Carlos Molina los rescató en «Ahogados en la orilla» (Córner), una obra amena y nostálgica, un baúl de los recuerdos sobre los que llegaron segundos a la meta, los que rozaron la gloria y cayeron antes de agarrarla, los que olieron el éxito, pero se les negó saborearlo, aun cuando la medalla pareciera hecha para ellos.

El autor bucea en hemerotecas para rescatar y ampliar aquellas noticias que cubrieron los telediarios en su momento con la cara del vencedor. En estas páginas se muestra el lado menos agradable de las contiendas y citas deportivas que quisieran olvidar muchos de los que no fueron protagonistas por la victoria, sino por la derrota. Molina recupera aquellas grandes caídas, errores, despistes , que costaron campeonatos y oros y que son casi o más recordadas que las victorias.

Estrepitosos fracasos, aires de soberbia que terminaron en derrota, victorias cantadas que se quedaron en la garganta, estupefacción por el error fatal, desánimo y decepción con tintes dramáticos, lágrimas derramadas por países enteros. Son solo algunas de las sensaciones que se escurren de «Ahogados en la orilla» y que atrapan al lector por su labor documental y su frescura literaria .

Como ejemplos: aquellos Juegos Olímpicos de 1936 destinados a la gloria alemana que terminó celebrando Jesse Owens ; aquella imbatible selección austríaca de fútbol que nunca ganó un Mundial; aquel campo de golf escocés de Carnoustie que terminó con el tapado Jean van de Velde; el juego limpio de Stirling Moss que costó un Mundial de Fórmula 1; aquella selección sudafricana que derrotó a los All Blacks ; esos Tours de Francia negados siempre a Poulidor, ese Petri desfallecido en la meta . Estos y muchos otros «esplendorosos perdedores» reviven gracias a Molina para perplejidad del lector, o quizá para su memoria, esa que solo termina recordando al que sonríe en la foto de portada y al que llegó a la orilla, pero terminó ahogándose.

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