Resumen de la temporada
La temporada de Pablo Aguado: sentimientos encontrados en su año más duro
El torero sevillano alternó grandes faenas con momentos más delicados como su lesión de rodilla y la cornada de Vistalegre
El matador de toros sevillano Pablo Aguado
¡ Qué año tan duro el del Pablo Aguado ! Segunda temporada encadenada en la que, por unos motivos u otros, no ha podido recoger la recompensa esperada . Las restricciones por la pandemia, la cornada de Vistalegre o el destrozo en ... su rodilla , por ejemplo, le impidieron completar la campaña. Y como siempre han dicho los veteranos en el toreo: « El dinero que se va no vuelve ».
Aunque sevillano tuvo que sobreponerse durante todo el año a esos aspectos menos agradables, los alternó con momentos de especial sinfonía, como las f aenas de Granada, El Puerto de Santa María y Ronda , por citar algunas, que permanecen en la memoria de los aficionados.
Sin celebrarse las principales ferias del albor de la temporada (Castellón, Valencia e, incluso, Olivenza) se encajó el terno de luces para cumplir con el compromiso que había adquirido en 2020 con la extinta Gira de Reconstrucción , una fecha que había tenido que posponerse hasta en tres ocasiones por la situación sanitaria vigente en aquellos momentos. Finalmente fue en Ubrique, el 13 de marzo . Un plaza y un aforo poco habitual para que un diestro en sazón comenzara el curso. Pero quiso dar el paso, y lo hizo, además, p ara apoyar a un amigo (Rafa Serna) , al que había brindado la oportunidad de compartir mano a mano ante las cámaras del Canal Toros. Y salió hasta triunfante del gesto: desorejó a un bravo y enclasado Jandilla al que le dieron la vuelta al ruedo.
Fue un comienzo de curso duro para todos. Aguado contabilizaba sus compromisos por meses: Ubrique en marzo, Mérida en abril y Córdoba en mayo . En la tierra de los arcángeles se reencontraba con el peruano Roca Rey , un cara a cara que arrastraba gran expectación desde que el sevillano le mojara la oreja en su histórica tarde del 10 de mayo de 2019 . Desde aquella vez no se habían cruzado en una plaza de toros y en cuestión de cuatro días lo iban a hacer hasta en dos ocasiones: el día 15 en la citada Córdoba y el 19 en la plaza de Vistalegre (Madrid) .
Pablo Aguado cuajó a la verónica a ‘Ropasito’ de Garcigrande
Fue en ese c oso multiusos de Carabanchel donde concretó un toreo a la verónica hasta la fecha desconocido en él y más propio de diestros de otra época, con marcado acento sevillano. Pablo Aguado toreó a ‘ Ropasito ’ de Garcigrande como el que juguetea con una becerra en una mañana de invierno. Hay personas con más tensión tomando un café en la barra de un bar que Aguado en aquel momento. Sublimación de la naturalidad , sus manos dibujaban circunferencias al compás del animal . Aunque de aquella tarde hubiera que lamentar la rúbrica, cuando fue gravemente corneado en la suerte suprema .
Dos semanas después reaparecía en Sanlúcar de Barrameda envuelto en un ambiente que invitaba a cosas agradables: comer bien, pasear, cantar, y torear . Y Aguado eligió esto último para borrar fantasmas y reencontrarse con su mejor versión. Fue el clima más triunfalista y popular de lo que se había vivido en ese luctuoso inicio de campaña. Mientras que El Juli indultaba primeramente a un toro de Santiago Domecq , Pablo Aguado se explayaba con un animal aún más enclasado y bravo al que por fin pudo enterrar el acero por derecho. Dejó una media verónica para el recuerdo y s e dislocó la cintura de tanto como la giró en su labor.
Pero su obra cumbre de la temporada, y posiblemente de su carrera, llegaría el 20 de junio en Granada . Cualquier instante que le fotografiaran en aquella labor quedará como pasaje para la posteridad . A su tan habitual figura vertical y natural se le sumó un estilo de torero reposado y aplomado , con un cadencioso toreo a media altura por la diestra y una asolerada manera con la zurda, echando los flecos de la muleta al mismo hocico del animal, al que r ecogía al ritmo de las manecillas del reloj .
Con el verano más animado por la continuidad de festejos y la desaparición, en parte, de las restricciones sanitarias, Aguado triunfó en Arlés ante toros de La Quinta , demostrando que también es capaz de hacerle su toreo a los animales del encaste Santa Coloma . Y cerró el ciclo taurino de El Puerto de Santa María con una garbosa faena en la que recordó a Pepín Martín Vázquez , en aquella famosa película de Currito de la Cruz.
En Málaga , vestido de El Guernica para homenajear a Picasso , y en Ronda , vestido como dibujaba Goya, dejó sus dos últimas grandes obras antes del desastre de San Miguel , tarde en la que su rodilla dijo basta. ¡ Que se mejore el torero, por él y por la afición !
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