La Maestranza se abona al silencio en la novillada preludio de la Feria de Abril

Miguel Ángel León, José Ruiz Muñoz y Pablo Aguado, que han metido más de media plaza, no han podido sortear el poco fondo de los novillos de Luis Algarra, que han sido nobles en general pero mansones que acabaron parándose. El mejor, sin duda alguna, el primero, que debió ser mejor aprovechado.

Le tocó éste en suerte al novillero de Gerena Miguel Ángel León, quien se mostró animoso con con el capote. Suelto y a tablas se marchó el de Algarra, algo que repitió cada vez que sintió la puya. Además esperó en banderillas. Pero en la muleta repitió. Primeras tandas en las que muleteó asentado el chaval, gustándose en varios pasajes.

Sonó la música y el novillo ofrecía su nobleza en las embestidas. Es verdad que le faltaba un tranco más pero también lo es que repetía. Molestó el aire en una serie a mitad de trasteo y pareció cambiar todo. Al natural, pecó León de citar fuera de cacho. Los ayudados por alto finales y un trincherazo pusieron la nota pinturera. Mal con la espada.

El cuarto lo brindó al público y comenzó su faena con dos pases cambiados por la espalda. Algo acelerado el de Gerena en los primeros compases, no acertó a atemperar la embestida descompuesta y rebrincada de su enemigo, que fue tardo y acabó sin pasar. Faena larga de metraje y sin mucho poso. Tampoco anduvo acertado con los aceros.

José Ruiz Muñoz, sobrino nieto de Curro Romero -que presenció el festejo en la grada del 9-, coge el capote, recogido, como el Faraón. Y lo maneja con donaire, como demostró ante su primero, un novillo que salió suelto y no se empleó en el caballo. Se dobló en el inicio de faena y corrió la mano con suavidad sobre la diestra. Templa y se gusta. Pero su enemigo, noble, le falta transmisión en las embestidas. El buen concepto que atesora no pudo verse más que a medias por las condiciones del astado de Algarra, que acabó muy apagado.

Muy lento manejó el percal a la verónica ante el quinto, destacando dos verónicas y la media. Se llevó un buen susto al ser desarmado y no acertar a saltar las tablas. El novillo embestía cruzado, con guasa, algo que desarrolló en el tercio final. Se ponía en el sitio Ruiz Muñoz pero había peligro. Macheteó con oficio. No se podía hacer otra cosa. Esta vez pintaron bastos con la espada.

Pablo Aguado, triunfador de las novilladas de promoción nocturnas del pasado verano, lanceó a pies juntos al tercero, que también se fue suelto. Aún así cuando cargó la suerte pudo dejar tres verónicas de buena factura.

Manso este novillo que fue picado tanto por el de turno como por el que hacía puerta, donde le dieron leña marismeña... Asentado al principio de faena, pechó con un animal que salía a su aire de cada muletazo y se quería ir a tablas, algo que acusó más al intentarlo al natural. Acabó totalmente parado el astado.

Protestado el sexto, que fue devuelto, el sobrero dio lugar a otra faena muy larga y desigual. Lo mismo el de Algarra metía la cara con franqueza que no acababa de pasar. La faena del sevillano se perdió en un mar de series, ora con la zurda -comenzó con el cartucho de pescao de Pepe Luis-, ora con la diestra. Pero la tarde ya pesaba como una verdadera losa. Para colmo, el descabello fue un suplicio para el chaval.