Juan Ortega: «Se peca más en los despachos que delante del toro»

Ausente en la Feria de San Isidro, quien quiera verlo en Madrid tendrá que ir este domingo a Valdemorillo

Juan Ortega contempla un busto de Belmonte en Las Ventas Ignacio Gil

Frente a frente, dos toreros de Triana. De Juan a Juan. De Belmonte a Ortega. Si para el hijo del quincallero no había torería más respetada que la de Antonio Montes, para el hijo del ingeniero no hay otra que la del Pasmo. Juan Ortega ... (Sevilla, 1990) devora con la mirada cada pieza belmontina que encuentra en el Museo de Las Ventas. Mucho más que los libros de la ingeniería agrónoma que estudió en Córdoba. En el busto belmontino de Sanguino ve lo que otros no ven, como si entre toreros brotase un lenguaje desconocido para el resto de visitantes. Rendido a la fe escrita en 'Gómez Cardeña', Ortega es el hombre que, más que expresar el toreo, se expresa a sí mismo.

—Si se torea como se es, ¿cómo es Juan Ortega?

—Estoy convencido de que se torea como se es y como es está. Las circunstancias influyen una barbaridad. Me considero una persona tranquila, me gusta escuchar y observar, estudiar todo lo que hago e incluso crear mis propias realidades. Me gusta irme hacia atrás. En las fuentes, en el nacimiento, es donde está el agua más pura y más cristalina. Un kilómetro más abajo, ya está más sucia, más turbia.

—El agua sucia no puede lavarse...

—Irte a la raíz es irte a su estado más natural. Conforme pasa el tiempo, todo se va contaminando.

—Entonces, ¿hoy no se torea mejor que nunca?

—Está claro que el toreo se encuentra en su máximo grado de evolución, unas veces para bien y otras para mal. El origen es la pureza.

Arte y voluntad

«El arte no respeta la voluntad del hombre. Mira que lo he intentado: ‘Hoy va a ser, hoy corto las orejas’. Y todo sale al revés»

—Defina ese concepto.

—Pureza es la fidelidad a tu toreo, a ti mismo, independientemente del toro que tengas delante. Soy de la opinión, que no sé si es la correcta o no, pero es la mía, que eso de tener que adaptar mi toreo a las circunstancias es algo horrible. Delante de la cara del toro uno tiene que ser como es. Que el público o el animal condicionen tu expresión es negarse a sí mismo. El torero tiene que buscar en él, y los que vengan alrededor que se adapten. Por eso, el torero no puede ser torero solo en la plaza, sino las veinticuatro horas. Es una forma de vida.

—¿La perfección mata el arte?

—Si esa perfección busca alimentar tu deseo y engrandecer tu alma, es buena. Ahora, si llegar a lo perfecto es dejar atrás los sentimientos y centrarse solamente en algo estético o técnico, me parece horrible.

Juan Ortega, en el Museo de Las Ventas Ignacio Gil

—Cuando se desmadeja el hilo de la tauromaquia se le compara con esa Edad de Plata de Cagancho o Curro Puya. ¿Qué tienen esos toreros?

—Me considero un profundo admirador de Juan Belmonte, pero me pilla muy atrás, con un toro que no tenía nada que ver con el de ahora. Me cuesta traducir lo que se hacía ayer con lo de hoy. Pero me gustan los toreros que han seguido la estela belmontina y, a veces, se me asocia con ellos.

—¿Hay más de quietud o de arte en movimiento en su filosofía?

—Todo va de la mano, porque la quietud no es un tancredismo, sino un asentamiento, es descubrir el pitón contrario que hace desplazar la embestida. Se necesita quietud de planta y armonía.

San Isidro

«Cuando no te pones de acuerdo con una empresa es como un divorcio: pierde el torero, pierde la plaza y, sobre todo, pierde la afición»

—¿Qué es eso de la graciosa huida?

—Una vez me contaba un aficionado, hablando de un maestro: «Fíjate cómo se va... Pero qué torero huye».

—En un mundo de 'arre', lo que cotiza al alza en el ruedo es el 'so', el toreo despacioso.

—Es lo más difícil de conseguir. Cuando estás delante del animal quieres que aquello pase ligero; es antinatural hacer las cosas despacio, casi un milagro.

—¿Qué hay de cierto en eso de que los días de corrida crece más la barba? 

—Yo no sé si crece la barba, pero se te quitan las ganas de comer. Me cuesta una barbaridad que pase al estómago.

—Dice Soto de Paula que el arte es una sucesión de bellísimos pecados, ¿torear también?

—En el día a día estamos continuamente pecando, y el toreo se aleja de todo lo políticamente correcto.

—¿Y se peca más en el ruedo o en las mesas empresariales?

—Se peca más en los despachos, porque la integridad y la lealtad que hay delante del toro muchas veces brillan luego por su ausencia.

—Fuera de San Isidro, quien quiera verlo en Madrid tendrá que ir este domingo a Valdemorillo.

—Vivo para y por el toreo, que sea en una plaza u otra no está en mis manos. Mi toreo está, que es lo que me importa. Y Valdemorillo tiene un público que 'chanela' de toros. Me gusta.

Pureza

«En los orígenes del toreo está el agua más pura. Conforme pasa el tiempo, todo se va contaminando»

—¿Duele no estar en la feria mayor?

—Claro que me duele. Esto es como cuando un matrimonio se separa, que ni ganan el padre ni la madre, y los que pierden siempre son los hijos. Cuando no te pones de acuerdo con una empresa, pierde el torero, pierde la plaza y, sobre todo, pierde la afición.

—La última temporada estuvo anunciado en carteles de campanillas. ¿Se le escapó la oportunidad?

—Estoy satisfecho con las cotas que ha alcanzado mi toreo. Ahora lo que falta es más regularidad.

—Si el arte tiene la 'bonita' costumbre de echar por tierra todas las teorías, ¿delante del bravo aún más?

—Vuelvo a una frase de Belmonte: en el amor y en el arte no cabe la voluntad. Yo no sé si el arte respetará teorías, pero la voluntad no. Mira que lo he intentado: «Hoy tiene que ser, hoy corto las orejas». Y todo sale al revés. El arte no respeta la voluntad del hombre.

Ortega se despide de Belmonte como Juncal de la Maestranza mientras recuerda la inmensa literatura en torno a su figura. Despacito, enfila por la calle de Alcalá para citarse con Díaz Yanes. «Libros los hay muy buenos, pero falta la gran película de toros. Qué bueno si la hiciera Agustín». ¿Se ve de protagonista? «Me encantaría, aunque yo no sé qué tiene el toreo que en un rodaje no aparece el Espíritu Santo».

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