Castella y Durán salen a hombros en el regreso de Morante

Volvía Morante con su muñeca prodigiosa y sus detalles imposibles en el cuarto, que brindó al público. Inicio de sabor añejo apoyado en el estribo, sacando al tercio en una expresión máxima de torería. Qué belleza en el andar, en clavar las zapatillas, en hincar el mentón y detener el tiempo. Después, vino un recital al natural y a dos manos. A su primero, que empujó en el caballo de Pedro Iturralde, lo recibió con despaciosos y limpios lances a la verónica. Inició pegado a las tablas con un toreo genuflexo por alto. Series ligadas a un toro de embestida dulzona que humillaba. Al natural le protestó y se los sacó de uno en uno. Cuajó con la diestra una serie muy despaciosa y falló con la espada.

Noticia Relacionada

Esperando a Morante entre el aroma de Ortega

Rosario Pérez

El trianero corta una oreja, al igual que Emilio de Justo, en una festividad de San Juan en la que la afición se marchó con la miel en los labios. «Nos queda el consuelo de que este domingo viene Morante». Pero la cogida del sevillano en Badajoz complica su comparecencia en Hogueras

Sebastián Castella firmó con el quinto bis, que desorejó, pasajes de mucha altura. Tras enjaretarle un elegante saludo de capote y dos buenos pares de Chacón, brindó al público y comenzó con estatuarios y un pase cambiado por la espalda. Lo llevó sin probaturas largo por la derecha, con mucha cintura, para torear después al ralentí, acortando distancias. La faena tomó vuelo con la muleta arrastrando por la arena. Con su primero, muy mirón de salida y que nunca se entregó, poco pudo hacer. Empujó con brío en el caballo y destacó la brega de Chacón. Era un toro complicado en banderillas, con la cara alta, que medía mucho. Principió por abajo, doblándose y sometiendo. Calamocheaba el toro por el pitón derecho y se apagó enseguida. Por la izquierda tampoco ya quería nada. El sainete vino con la espada.

Alberto Durán dejó con su primero un precioso y clásico saludo a la verónica. Tras un buen puyazo quitó con ceñidas chicuelinas y serpentina. Brindis al público y al cielo, en memoria de Ramiro, su padre. Fandango desde los tendidos, en la faena, muy templada. Sonó el pasodoble de Durán de David Rivas y cuajó una magnífica serie al natural, pero el toro se quedó sin fuelle. Al 'cierraplaza', para no dejarse nada en el tintero, le puso un par al quiebro. Sosito prometía cosas buenas pero se apagó demasiado pronto. Logró esforzados naturales y largos derechazos, tirando mucho y poniéndolo todo.