José María Manzanares, medio siglo de la alternativa de un artista
Se cumplen cincuenta años del doctorado de una figura del toreo plena de personalidad y clasicismo
Ángel González Abad
El 24 de junio de 1971 está inscrito en los anales de la plaza de toros de Alicante con letras mayúsculas. Aquel día tomó la alternativa José María Manzanares , el diestro más importante que ha dado esa tierra, un torero pleno de personalidad ... y hondo clasicismo, una de las figuras clave de las últimas décadas de la pasada centuria.
La segunda corrida de la feria de San Juan despertó una inusitada expectación. Reaparecía en la península Luis Miguel Dominguín , tras el fiasco de la vuelta en Las Palmas, que iba a doctorar a uno de los novilleros que mayor impacto había causado entre los aficionados, y que ya llevaba camino de convertirse en un ídolo en su tierra. Cerraba el cartel El Viti , con toros de Atanasio Fernández.
La plaza llena a rebosar, cámaras de televisión de siete países llegaron para hacerse eco del acontecimiento, y paseíllo entre aclamaciones. Los de Atanasio a punto estuvieron de cargarse la tarde, pero, al final, todo salió a pedir de boca. Cuentan las crónicas que Manzanares tuvo dos padrinos , el oficial, Luis Miguel, y su padre, que actuó como peón de confianza y que con «mil ojos y cien capotes andaba siempre cerca del torero dispuesto siempre a hacerle el quite».
Brindis al padre
Tras la ceremonia, brindis al padre. «Toreó con gusto y demostró poseer condiciones para llegar. No se amilana y, pintureramente, sabe resolver situaciones», contaba el semanario 'El Ruedo' sobre la actuación del novel.
«La faena al de la alternativa fue de calidad. Desde los estatuarios pasando por series templadas que con la derecha y la izquierda instrumentó. Largueza y temple en los pases». La estocada desató el entusiasmo y las dos orejas y el rabo fueron a las manos de un Manzanares, que acababa de cumplir los 18 años.
El otro protagonista de la tarde fue el maestro Luis Miguel, pues El Viti poco pudo hacer con el peor lote. Dominguín cortó tres orejas y un rabo. Había curiosidad por verlo en la nueva etapa, tanta como despertaron sus trajes de inspiración picassiana. «Mucha seda y poco oro. ¡Vamos, un traje de lucecillas!», ironizaron. Le cortó los máximos trofeos al segundo tras una faena vistosa y meritoria, fundamentalmente derechista, «justa en medida y tiempo» y bien rematada con la espada. Maestro y toricantano salieron a hombros.
Manzanares, figura de una generación de novilleros formada por Antonio José Galán, Raúl Aranda, José Luis Galloso, entre otros, que tomaron aquel 1971 la alternativa, se fue consolidando como una de las figuras del toreo del final del siglo XX. Su concepto artístico, la profundidad y el clasicismo que siempre imprimó a su toreo le valieron el reconocimiento de los más exigentes aficionados.
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