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Juan José Padilla corta una oreja al último toro de su vida en La México

Emotiva despedida del Ciclón de Jerez, que brinda su faena del adiós a su mujer: «Te amo»;

Arturo Saldívar protagoniza una gran actuación en la Monumental

Juan José Padilla, en La México Fotos Luis Felipe Hernández

ABC , ABC y Guillermo Leal

Crónica

Juan José Padilla no es un mártir del toreo, es un ejemplo de vida. El domingo se despidió del toreo y lo hizo en una plaza que lo quiere, la Monumental México, que se le entregó pese a que el jerezano no tuvo oportunidad de conseguir el triunfo soñado.

Cortó una oreja de su último astado, la última en su trayectoria vestido de luces, aunque no pudo encontrarse a gusto, pues ninguno de sus astados le permitió el lucimiento. Cosas del destino. Sus dos toros, bonitos de hechuras, no sirvieron. El Ciclón de Jerez intentó hacerles faena, ganándoles la intención, dejándoles la muleta en la cara, pero los toros no sirvieron. Incluso el el primero le dio un fuerte golpe en el pecho.

Cuando el público vio que Padilla tenía todas las ganas de triunfar y su lote no se lo permitía, reconoció a este hombre, todo verdad, todo entrega, todo corazón, que fue capaz a lo largo de 25 años de ofrendar su vida para demostrar que el toreo es así. «Que un toro te hiera es la naturaleza, es la crudeza del toreo, y quien no esté dispuesto a ello, lo debe dejar», aseguró el llamado Pirata. Y eso lo demostró en su última corrida, pues ambos toros pudieron mandarlo a la enfermería, pero al final impuso su tauromaquia. Inolvidable, seguro, será la vuelta al ruedo tras matar a «Guitarrista», en la que al compás de «Las Golondrinas» sintió el cariño del público, escuchó el grito de «¡torero, torero!» y paseó esa oreja, que será uno de los trofeos más valiosos de su vida. Para su mujer, Lidia, fue el último brindis.

El hombre que estuvo varias veces al borde de la muerte agradecía a la vida, a Dios, el haberle permitido decir adiós. Ese terno verde y oro que utilizó en su reaparición tras la grave cornada de Zaragoza y que no había vuelto a usar en ninguna plaza fue un reto más en su vida. Con él se recostó para besar la arena de la Plaza México y decir adiós definitivamente a su carrera como matador. «Siempre estaremos conectados por el toro», comentó.

Compartió cartel con Arturo Saldívar, que tuvo una tarde muy importante frente a los dos mejores toros del encierro de Boquilla del Carmen. El torero de Aguascaliente cuajó un par de faenas que convencieron al púbilco, la primera premiada con una oreja con fuerte petición de otra. En el quinto, malogró su labor con la espada tras andar variado, firme, templado y con la cabeza despejada. Fermin Espinosa «Armillita IV» tuvo poca fortuna tanto con el tercero como con el sobrero de Xajay, a contraestilo. La plaza registró unos ocho mil espectadores en la tarde del adiós definitivo del héroe Padilla.

SEXTO TORO. Se rompe un pitón el último «músico». Sale el reserva, Pirata de bautismo, de Xajay, lidiado por Armillita. Silencio para el joven espada.

DECLARACIONES DE PADILLA. Habla a la televisión mexicana: «Me queda la espina clavada por no haber podido regalar veinte muletazos a esta afición. Estoy en deuda con ella, pero me ha demostrado memoria, respeto y cariño, y eso es maravilloso. Tenía que demostrar mi identidad, mi amor propio y mi reconocimiento a esta afición. He dado todo lo que tenía en mi mano, pero con la falta y necesidad de unas embestidas claras y haber sentido el toreo», dice visiblemente emocionado aún.

QUINTO TORO. Sale el quinto, Jaranero, de 561 kilos. Arturo Saldívar brinda a Padilla y persigue el triunfo desde los inicios. Notables momentos otra vez del mexicano, en un gran momento. Con asiento y valor de verdad, desgrana muletazos despaciosos y sentidos con el mejor lote. Se gana el corazón de Insurgentes. Apenas media estocada, que enfría el triunfo.

CUARTO TORO. Sale Guitarrista, cárdeno, número 104, de 512 kilos. Último toro para Padilla, el último de su vida, que brinda a su mujer en los micrófonos de la televisión mexicana: "Me has acompañado durante toda mi trayectoria, pero nunca me diste la oportunidad de brindarte un toro, nunca te he visto en una barrera, y quiero brindarte el último toro de mi carrera. Te lo brindo por un pasado emotivo, por un presente muy feliz y por un futuro esperanzador. Te amo". Y aprovechó para felicitar la Navidad a toda España, "por la llegda del niño Dios". Suenan Las golondrinas. Tremendamente emotivo el momento. Se emociona el llamado Pirata, que pone toda la carne en el asador con un toro mansísimo, de cero casta. Echa las dos rodillas por tierra. Se desplanta. No ha tenido lote Padilla, que tuvo una apoteósica despedida en al Feria del Pilar de Zaragoza en España, pero quiso rematar su carrera en México. Cuando coge la espada, alza los brazos al cielo. Se perfila para matar: espadazo, algo desprendido. Guitarrista pega el último arreón del manso. Oreja para Padilla, la última de su vida, envuelto en gritos de ¡torero, torero! Le cantan el "cielito lindo", mientras llora emocionadno en el callejón, abrazado a los suyos.

TERCER TORO. Salta a la arena Violinista, de 490 kilos. Echa las manos por delante en el capote de Armillita, que brinda a Padilla. No pudo encontrar el lucimiento el joven torero de dinastía.

SEGUNDO TORO. Sale Arpista, de 504 kilos. Arturo Saldívar, de azul marino y plata, da cuenta de este ejemplar. Principia con quietud, en un palmo de terreno, por delante y por detrás, majestuoso por momentos. Intercala ambos pitones con pasajes de temple, muy metido en la faena y jaleado por el público, muy metido en la faena. Mide tiempos y distancias, despacioso con este manejable Arpista, que puntea a veces los engaños y hace amagos de rajarse en el epílogo de la labor. Acaba con unas arrucinas en su variada actuación. Se presiente el triunfo. Coge la espada el torero hidrocálido, pero se marca unas bernadinas. Es prendido de feísima manera: dura voltereta. Ni la cogida lo amilana. Sigue por ese palo, ceñidísimo y abrocha con un pase mirando al tendido. Entierra una estocada. Afloran los pañuelos. Gritos de ¡torero, torero! Pasea una oreja.

PRIMER TORO. Juan José Padilla saluda al primer toro, Flautista, de 517 kilos, con una larga cambiada de rodillas. Decide no banderillear el Pirata. Se dobla en los inicios de faena con un animal justo de fuerza, de poco recorrido y mironcete, lo que incomoda al matador. Toro con peligro, que se mete por dentro y pega un tremendo derrote a Padilla. le pega un pitonazo a la altura del hombro. Dolorido el torero. Feísimo momento. No quiere perder la batalla el Pirata y tira de oficio y recursos para meterlo en vereda. No es fácil este Flautista. Con habilidadi, deja media estocada algo contraria. Tarda en caer este toro y tiene que descabellar. Silencio.

PASEÍLLO. Padilla, vestido de verde hoja y oro -el mismo de laureles su reaparición milagrosa en Olivenza tras la cornada en el ojo en Zaragoza-, hace el paseíllo en el ruedo más inmenso junto a Saldívar y Armillita, ambos de azul marino, uno en plata y otro en oro.

SORTEO. Ya están en chiqueros los toros de Boquilla del Carmen. Corrida de músicos, que abre Flautista y cierra Pianista. El último astado de Padilla se llama Guitarrista.

CARTEL. ¡Buenas noches! No es un domingo cualquiera. Esta noche se despide de los ruedos definitivamente Juan José Padilla. Y lo hace en la Monumental de México, la plaza más grande del mundo. El Pirata toreará la última corrida de su vida acompañado de Arturo Saldívar y Armillita IV.

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