La terna, por encima de una mansa corrida de Dolores Aguirre en Céret

Fernando Robleño, ovación y silencio.

Alberto Aguilar, ovación y silencio tras dos avisos.

Alberto Lamelas, vuelta al ruedo tras aviso y palmas.

La plaza tuvo lleno en los tendidos.

La terna que ha abierto la feria de Ceret, unos de los bastiones toristas franceses , ha estado muy por encima de la corrida de Dolores Aguirre, que ha decepcionado por su poco fondo. Y el torismo sin toro aburre mucho.

Fernando Robleño solventó con enorme profesionalidad las inciertas embestidas del primero, jugándosela sin perder la compostura. Con el enorme cuarto, de hechuras avileñas más que de bravo, y que fue manso de solemnidad, tuvo el mérito de meterlo en la muleta y de matarlo por arroba antes de que se pusiera imposible por huidizo. Era de corral.

Enorme fue el pundonor de Alberto Aguilar , quien estuvo valiente toda la tarde. Atacó al complicado segundo hasta sacarle alguna serie de mucha emoción. El quinto fue otra "prenda" con peligro sordo, de ese que no parece no advertirse, ante el que expuso mucho sin poder armar faena.

Finalmente, Alberto Lamelas se llevó el toro menos malo del conjunto, lo cual no quiere decir que fue bueno, al que dio varias tandas emocionantes en tablas donde el de Aguirre se había refugiado. Le pidieron la oreja y dio la única vuelta del festejo.

El sexto tuvo tanta movilidad como guasa y falta de fijeza, y otra vez Lamelas se la jugó sin conseguir lucimiento, pero sí emoción