Toros ásperos y toreros dignos en San Isidro
Paulita saluda la única ovación con la dura corrida de Couto de Fornilhos
andrés amorós
Cartel dominguero, aceptable entrada. Teníamos ilusión por volver a ver los toros de Couto de Fornilhos pero sólo se lidian cuatro y resultan duros y complicados; los dos de Gerardo Ortega, primero y sexto, se paran, muy deslucidos. Del primero al quinto van casi 120 ... kilos: demasiada escalera. Todos coinciden en plantear serias dificultades; no imposibles, desde luego, pero sí superiores a las que hoy en día solemos ver. El espectáculo no resulta brillante pero los tres diestros se justifican, dentro, cada uno, de su línea.
Paulita «resucitó» al triunfar con victorinos pero toreó solo tres tardes, el año pasado. El primero, de Ortega, llega a la muleta como los míticos toros de piedra de Guisando. Lo mata «y no hubo nada». El cuarto, de Couto, serio, sale fuerte; lo pica bien en chiqueros El Patilla. Paulita acierta en los doblones iniciales; luego, le aguanta, lo lleva y manda. El trasteo, bien planteado, es aceptable y mata con decisión: saluda una ovación.
Morenito de Aranda siempre ha mostrado finas maneras. A su buen estilo ha unido, esta tarde, decisión pero ha fallado con los aceros. Saluda al segundo, de Couto, con lances de buen gusto. Como el toro parece que se deja, se anima a brindarlo al público. En la muleta, la res cambia a peor, embiste con mucha brusquedad. Morenito no se arredra, le planta cara, se muestra aseado, logra algunos muletazos, hasta que desiste. Como la porfía ha sido larga, recibe un aviso antes de entrar a matar.
Un espontáneo
El quinto, también de Couto, rebasa los seiscientos kilos, es «un galán». De pronto, se producen dos incidentes: un espontáneo más que maduro se asoma al burladero del «5»: acierta Luis Carlos Aranda al sujetarlo. Enseguida, se produce una larga trifulca en la grada del «7». Con las dos cosas, la gente ha dejado de centrarse en la lidia. Vuelven a hacerlo cuando el mismo Aranda banderillea con valor, ha de saludar. El toro llega a la muleta reservón, huido. Morenito se dobla bien con él, aguanta mucho, le saca muletazos de mérito en tablas, donde se ha refugiado: una porfía emocionante. Pero vuelve a incurrir en el vicio actual de alargar la faena y lo estropea con la espada.
La temporada pasada, el colombiano Sebastián Ritter se ganó al público madrileño por su valor impasible, que hoy confirma. El tercero, de Couto, derrota alto, pega arreones, está a punto de herirlo. Mata entrando de lejos. El último, de Ortega, se queda corto, pega tornillazos. Ritter, metido entre los pitones, asusta al toro y al público.
Con toros tan complicados, hace falta utilizar los tres fundamentos de la lidia: el valor, la estética y la técnica. Salvo con los toros bobos que a veces vemos, el dominio es imprescindible; también, medir la duración de las faenas y rematarlas con la espada, entrando en corto. Con toros ásperos, los tres diestros de esta tarde han estado dignos: merecen otras oportunidades.
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