concierto en madrid

Madrid canta por Luis Miguel

Unas 15.000 personas llenaron el Palacio de Deportes para corear los temas del cantante mexicano, que les cedió el protagonismo

Madrid canta por Luis Miguel de san bernardo

ignacio serrano

Luis Miguel es uno de los pocos artistas que puede llegar media hora tarde sin ningún problema. A este hombre le adoran. Tiene verdadero poder. Sus fans no tenían ninguna prisa y esperaron pacientemente al divo sentados en sus butacas. Incluso los seguidores de la ... pista, pues ésta se llenó de sillas plegables que, a fin de cuentas, sirvieron sólo para un par de tramos del recital, los más románticos, o mejor dicho los más pausados, porque incluso cuando cambia de marcha Luis Miguel sigue siendo un seductor empedernido , que no pierde ni una oportunidad para romperle el corazón a alguna afortunada lanzándole una de sus miradas cegadoras entre la multitud.

Tras la introducción musical sus seguidoras ya no podían más, literalmente. Al saltar a las tablas el artista, las 15.000 personas que abarrotaron el Palacio de Deportes se dispararon como un resorte, y unas cien chicas de las primeras filas se abalanzaron sobre el escenario como posesas poniendo de los nervios al equipo de seguridad de la gira del mexicano, que salió con una sonrisa de oreja a oreja y un bronceado extremo.

Vestido de negro de arriba a abajo, acompañado de quince músicos y coristas, Luis Miguel comenzó su maniobra de seducción con «Suave» pero no como protagonista absoluto , pues, sorprendido por el recibimiento, entregó el micrófono al público para que se encargase de los coros. «¡Cómo dice ese Madrid!», fue su primer grito de la noche.

Hábil y esforzado «entertainer», Luis Miguel lanzó una marchosa andanada inicial, saludando a una grada y a otra para calentar los ánimos y ganarse hasta el último fan de la última fila. «Gracias por estar conmigo esta noche. Es un privilegio enorme cerrar esta gira en Madrid», dijo entre un griterío que poco después él mismo alimentó para que reventara un medidor de decibelios que apareció en la pantalla. Obviamente falso, pero muy resultón. «¡Tú sí que vales!» vociferaban niñas y abuelas mientras Luis Miguel intentaba cambiar de tercio, entrando en su repertorio bolerístico con «Tres palabras» y «La Barca», un clásico cuya respuesta en el público le dejó estupefacto. Tal era el volumen del canto de sus seguidores que, viendo lo inútil de seguir ignorándolo, mandó callar a su banda . El mexicano casi agradeció el detalle a las miles de voces que tenía delante lanzándoles otra bomba atómica de romanticismo, «Somos novios», con todo el Palacio de Deportes teñido de rojo.

Contundente chorro de voz

Director de orquesta y seductor de masas, también demostró tener un contundente chorro de voz. Con alguna modulación un tanto histriónica, pero parece que ahí reside otro de sus encantos, porque cada una de ellas derritió a su correspondiente destinataria. «No me platiques más» y «No sé tú» cerraron el tramo de bailar pegados y de repente sonó un «Bésame mucho» en clave de rock, que junto al repertorio rancheril y mariachi devolvió la fiesta a una velada de ritmo perfecto —excepto el dueto con Sinatra en pantalla, forzado e inverosímil— que terminó con intercambio de regalos al borde del escenario , con un tiarrón enorme sujetando a Luis Miguel desde detrás para que no se cayera al foso. Que tampoco es plan que alguna se lo lleve a su casa.

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