El Círculo Flamenco de Madrid hace apología de lo genuino

La primera, ya digo, ocurrió la semana pasada: Cancanilla explicando el dolor en un recorrido extenso por soleá: de Cádiz a Triana, meciendo aquello de «El silencio le dijo al tiempo/quédate conmigo un poco/y escucha mi sentimiento» durante el trayecto. Acompañado por Antonio Carrión, dio buena muestra de lo que se avecina. Una caña personal, pero milenaria, bulerías de quien presume del compás como una virtud intrínseca y seguirillas catedralicias. En definitiva, esa conjugación certera de individualidad y raíz que tanto beneficia al resultado. Esa eclosión de lo sorpresivo que no ha hecho más que comenzar. Un fandango de Aznalcóllar, un tiento templado. Lo que dicte, sin tópicos, el corazón.

El calendario promete, hasta el mes de julio, un mosaico de momentos, que eso es el flamenco: momentos, como el disco del Torta. Fragmentos finitos que merecen la entrada al recital. Pues bien, ¿qué podremos ver y escuchar en el Círculo durante los meses venideros? En primer lugar, jóvenes que despuntan . David de Arahal ha enamorado con sus cuerdas, tan repletas de ideas, a quienes llevan décadas en esto. Es savia nueva, pero henchida de consciencia y pasado, como Yerai Cortés , que sabe jugar a las pulsaciones y el silencio. También está Juanfra Carrasco , cantaor con un bajo orondo que se arrastra por el suelo, Saira Malena, José del Tomate y El Purili, reivindicando siempre el sentido de la fiesta al alzar los brazos sobre su propia voz.

El disparate no sería irónico, claro está, si basaran el cartel en un puñado selecto de adolescentes que aún están por dar ese golpe en la mesa que definitivamente los encumbre. También hay figuras con obras propias. Está El Pele en una pompa inspirada y Luis El Zambo con la tráquea llena de pavesas. Está Juana la del Pipa , en la que habitan dagas mortecinas, muy de Jerez, muy de dar gloria unos pocos minutos y despedirse en alto, que también es eso el flamenco: no dar una hora igual, sino un rato diferente. Asimismo, aparecerá Inés Bacán , más talento genuino, esta vez, de Lebrija, donde los cantes se inician por la boca y parten después hacia dentro, como si se regaran de lágrimas. Dani de Morón ha deconstruido la guitarra a base de armónicos imposibles y golpes jazzistas mientras que Salvador Gutiérrez , de Écija, se limita a transmitir sereno su palabra con las dedos. Este último, al fin, ha sacado su primer disco, que curiosamente llega después de un sinfín de proyectos, allí donde ya había una carrera.

Arcángel y Jesús Méndez han colmado la programación de equidistancias. Los que prefieran la voz laína y quebradiza del onubense échense a un lado. Quienes prefieran al trueno del de Jerez, ese sobrino de La Paquera que se mira en Antonio Mairena para hacer la bambera de la Niña de los Peines, hacia el otro. Quienes opten por ambos, apunten las citas: el 13 de enero y 10 de febrero. Antonio Campos , de Granada, tiene bien domeñados los estilos. David Palomar , que conoce Cádiz como Valderrama los baches de todos los pueblos de España, también. Por su parte, Paquete , aquel que estuvo en el grupo La Barbería del Sur, trae acordes oscuros, como un martinete de Dolores Agujetas , quien está citada en la palestra.

Diego El Cabrillero , uno de esos hombres de aridez y tripa que tanto gustan a los poetas y que tan poco aparecen por los escenarios, cantará por bulerías, las mismas que hace un siglo interpretaba su madre. aunque la fiesta ya está asegurada con Luis Peña y el bailaor Paco Vega. Algún jaleo a tiempo, con La Fabi , extremeña de garganta rizada. Vicente Soto Sordera se ha convertido en la jerezania mayor de la capital. Y Antonio Malena en historia viva. Todos, unos en proyección y otros de vuelta, forman ese tejido untuoso capaz de atrapar a los menos convencidos. El Círculo Flamenco de Madrid apuesta por lo genuino porque, sencillamente, existe y la mayoría lo soslaya. Parecen maniatados a la responsabilidad. Guardianes de un tesoro en peligro de extinción como punto de partida. Que ya lo dijo Chacón en 1923: esto se acaba. Y aquí estamos.