Antonio Vega, chico, de ayer, de hoy, de siempre

Antonio Vega, chico, de ayer, de hoy, de siempre

Pronto, muy pronto, hará un año, un año que ha sido como atravesar el desierto, como si a los mp3 se los hubiera llevado el viento de la melancolía. Aquel 12 de mayo un terremoto cruel nos resquebrajó el alma, una vía de agua se ... abrió para siempre en nuestro corazón, que temprano, muy temprano, madrugó aquellla madrugada y un hachazo invisible y homicida nos arrancó a Antonio Vega, piel de nuestra piel, carne de nuestra carne, tantas calles que habíamos compartido, tantos versos tantos besos, los mejores años de nuestra vida, aquellos días de vino y rosas.

Ni era triste ni era solitario, era tan sólo un jinete pálido que cabalgó como nadie por las praderas de nuestra música popular. Son un buen puñado sus canciones magistrales, prendidas como claveles en las solapas de nuestro vivir.

Fue un compositor emotivamente personal, hermosamente intransferible. Y un músico aplicado, que amó su oficio hasta la última nota.

Entre ellos, los músicos, en su casa también cuecen las habas. Piques, rencillas, vaciles, malos rollos. Sin embargo, de Antonio sus colegas hablaban siempre bien, y eso suele ser lo más dificil, que los tuyos te reconozcan profeta en su tierra.

La noche de este viernes, con el Palacio de los Deportes con lleno prácticamente hasta la bandera (sentimentalmente a media asta, claro) se reunieron en torno a la fogata de las canciones de Antonio Vega todos los que pudieron, y que pudieron cuadrar sus agendas.

Y se dejaron el alma sobre el escenario, en un concierto de ritmo trepidante, de cuyos hilos tiraron el productor Carlos Narea, jefe de la fiesta, y el impagable amigo, camarada y músico que es Basilio Martí. Wyoming hecho un chaval con “Antes de que salga el sol”; Pau Dones repartiendo claveles entre el público; Germán Coppini, hecho una fiera “Enganchado a una señal de bus”; los Mamá “Persiguiendo sombras”; Santiago Alcanda emocionado hasta las lágrimas recordando a Antonio y a Marga (mano sobre mano, allá en Orión); los Cómplices, más cómplices que nunca en “Una décima de segundo”; y la Unión, y Coti, y Rosario que abrió las puertas de “El sitio de mi recreo”, y lloraban hasta las siete estrellas de la bandera madrileña; y Quique González, desgarrado en “Con tal de regresar”, y Coque Malla, y Carlos Jarque, y Miguel Ríos...

Unos con más ton y otros con menos son, pero casi todos nos hicieron jirones la camisa del recuerdo. Y luego el primo Nacho con los Nacha, sobredosis de pasión, y volvimos a estar al lado del chico de ayer, de hoy y de siempre. Aquel 12 de mayo por doler nos dolió hasta el aliento (¡qué pena que a Antonio nunca le diera por cantarte, Miguel!), y ya sólo una canción tuya bastará para sanarnos. Y me piré al Penta, Antonio, la penúltima fue por ti.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios