Mortadelo y Filemón combaten el cambio climático con pegamento cósmico-protónico y un arsenal de carcajadas

Casualidad o no, el nuevo álbum de los alelados héroes de Francisco Ibáñez, el número 211 de la colección 'Magos del Humor', llega a las librerías sólo diez días antes de la celebración del Día Mundial contra el Cambio Climático, una efeméride que podría servir para poner a prueba algunas de las disparatadas teorías que manejan Mortadelo y Filemón en las viñetas.

Ahí están, por ejemplo, los campanarios de las iglesias plantados en los campos de berzas debido a los vientos huracanados; los automóviles dejando atrás al AVE gracias al impulso de los tornados; o un Papá Noel al que no le ha quedado más remedio que cambiar las nieves de Escandinavia por el surf y la birra fresquita en las playas de Benidorm.

Las predicciones de Mortadelo y Filemón, a cada cual más absurda (mención especial para la que pronostica la desaparición de las sombrillas de terrazas de bares y restaurantes y su uso exclusivo para cubrir a los burros en el campo), son el resultado de una nueva misión en la que reciben el encargo de investigar quién está detrás del cambio climático.

Para ello, viajarán a los pueblos más recónditos de la geografía española, cuya climatología se ha visto tremendamente afectada, y descubrirán con pasmo que tanto quienes abrieron tiendas de paraguas como quienes hacían el agosto vendiendo crema solar estén ahora «comiéndose los mocos».

Además de su habitual entusiasmo y su inefable habilidad para meter la pata, Mortadelo y Filemón cuentan también con los inventos del profesor Bacterio; un estéril arsenal de pegamentos cósmico-protónicos, máquinas para conseguir un clima primaveral en todo el planeta, zapatos magnéticos, gases que enfrían y congelan e incluso artilugios para convertir un océano en vino.