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ABC Cultural

Louise Glück, el lenguaje de la fe

«Una de las claves implícitas de su poética es que "en nuestro mundo/ hay siempre algo escondido" que el poema ayuda a desvelar»

La poeta Louise Glück gana el Nobel de Literatura 2020

Lousie Glück, en una imagen de 2014 AFP
Jaime Siles

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El universo lírico de Louise Elisabeth Glück (Nueva York, 1943) tiene cierta afinidad con el de las desleídas y disueltas acuarelas de flores de la O’Keffee , con cuyas intimidades líricas posee un parecido natural. Su clásico uso del apóstrofe logra que ... el discurso no transcurra fuera sino dentro del lector. Lo que vuelve del olvido constituye la base de su voz. Y su fondo son «sombras azules / y profundas en celeste aguamarina» que ofrecen el espectáculo de un texto que procede por planos de escritura que funcionan no como instancias sino como movimientos y en los que el análisis de los mismos es consecuencia de una precisa síntesis entre inteligencia y percepción. Su desarrollo no viene dado en el final sino insinuado y concluido casi en su principio, como si fuera «una imagen de la parte, y no de la totalidad». La palabra fluye desde el yo como un líquido en el que tomara cuerpo la conciencia y cuyo protagonista máximo no fuera otro que la luz que va iluminando la materia y que, al hacerlo, la libera de todo lo que la historia ha ido poniendo encima de las cosas y que se interpone entre ellas y nosotros como una oscuridad. Louise Glück practica, pues, una especie de desvelamiento que nos obliga a hundirnos «en la oscuridad y la luz al mismo tiempo» y que genera una vivencia de la indeterminación muy próxima a uno de los principios de la física moderna, pero también a ese neokantianismo estético que inspiró tanto la pintura cubista como la poesía pura, aunque hay que decir que ésta no lo es. A lo que sí se aproxima, y mucho, es a las formulaciones de la ascética.. Una de las claves implícitas de su poética es que «en nuestro mundo/ hay siempre algo escondido» que el poema ayuda a desvelar. Su punto de ignición es la sorpresa , pero ésta no surge del lenguaje sino de la observación de la realidad. Por eso se sitúa en «el instante en que nada es pasado todavía», aunque el punto inmóvil que esta escritura busca no es el eliotiano sino otro que algunas veces se puede identificar con el vacío, aunque el vacío aquí tiene siempre algo detrás.

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