Y después del pijama de rayas, el niño que podía flotar
John Boyne vuelve al terreno infantil con «El increíble caso de Barnaby Brocket»
celia fraile
En «El increíble caso de Barnaby Brocket» (ed. Nube de Tinta ), John Boyne , autor de «El niño del pijama de rayas», reúne inocencia, curiosidad, optimismo… y mucha gente extravagante. Un hermoso canto a la diferencia a través de un chaval que ... se empeña en no obedecer la ley de la gravedad.
—Tanto en «El niño con el pijama de rayas» como en éste libro los protagonistas son niños, ¿ a qué se debe?
—Me gustan mucho los niños de 8 o 9 años porque son todavía muy inocentes y están llenos de curiosidad. Están todavía llenos de asombro por la vida y tienen un encanto muy especial. Además, es una edad que me permite evitar temas más difíciles (al ser prepúberes no hay que tratar la sexualidad).
—Los padres de Barnaby, en su afán de ser normales, lo abandonan, cuando lo natural es querer un hijo tal y como es, ¿la normalidad llevada al extremo deja de ser normal?
—La verdad es que los padres de Barnaby están tan obsesionados con la normalidad que mi editor me comentó, cuando estábamos a punto de publicar la novela, que esa obsesión por la normalidad era en sí misma anormal. Este comentario me llevó a incluir dos títulos más, que no estaban en el manuscrito original, para explicar esta especie de anormal normalidad. Pero nadie es del todo normal, todo el mundo tiene sus excentricidades y eso es lo que nos hace diferentes a los demás. El mensaje que he querido trasmitir es que no es que esté bien ser diferente, es que es fantástico.
Espíritu optimista
—El protagonista lee libros como «David Copperfield» o «La vuelta al mundo en 80 días», ¿con qué intención los ha escogido?
«Con sus lecturas, Barnaby parece prepararse para ser abandonado»
—Menciono «La vuelta al mundo en 80 días» porque su estructura tiene una influencia clarísima en esta novela: es un viaje alrededor del mundo a fin de cuentas. Los demás libros que aparecen tratan de la orfandad, de huérfanos. De niños que están solos, que han sido abandonados, que tienen que enfrentarse al mundo y hacer todo lo posible por sobrevivir. Aunque Barnaby no es huérfano, parece como si se hubiera estado preparando con sus lecturas en Sidney para ser abandonado en un futuro, para ver qué hacían otros niños en esos casos.
—La mayoría de los personajes padecen un rechazo paterno, pero a pesar de ello siguen adelante, ¿cree que es un revulsivo para la vida?
—No, creo que eso te hace mucho daño en el mundo real. Sin embargo, los personajes de la novela son todos supervivientes y con un espíritu muy optimista . Es precisamente el mensaje que quiero trasmitir: el ser positivo y seguir hacia delante para conseguir lo que buscas. A mí me gusta la gente que tiene algo distinto a los demás. Quiero que los lectores animen a Barnaby, se unan a él en su viaje, y le ayuden a él y a sus amigos. Hasta que se enfaden con los que le han abandonado.
—Barnaby parece una varita mágica para las reconciliaciones, ¿por qué?
—Esa es su misión en su viaje alrededor del mundo. Él ha sido rechazado, pero es capaz de reconciliar a los personajes que se encuentra con sus seres queridos. Ayuda a todas esas personas porque aporta un gran carga positiva al mundo que habita. Es un personaje excéntrico que va repartiendo felicidad allí por donde pasa, excepto en un lugar donde nunca puede conseguirla: su casa.
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