Llega a España «Skagboys», la precuela de «Trainspotting»
En su último libro, Irvine Welsh narra el descenso a los infiernos de Mark Renton, Spud Murphy, Sick Boy y Begbie
INÉS MARTÍN RODRIGO
En 1993, un escritor desconocido y novel irrumpía en la escena literaria británica con fuerza, talento y mucha polémica: Irvine Welsh (Leith, 1958). Su novela «Trainspotting» (publicada en España por Anagrama en 1996) azotó los cimientos de la elegante narrativa inglesa para narrar, con ... un lenguaje realista y de una dureza a veces extrema, el devenir de una juventud lastrada por la heroína, el alcohol y la falta de porvenir y oportunidades. Mark Renton, Spud Murphy, Sick Boy y Francis Begbie forman parte del imaginario colectivo de toda una generación gracias al libro de Welsh pero, sobre todo, a la adaptación cinematográfica que hizo de la obra Danny Boyle (Manchester, 1956) .
Más de veinte años después de la publicación de la novela y 18 del estreno en cines de la película , los personajes creados por Welsh vuelven a la acción en «Skagboys» (Anagrama), precuela de «Trainspotting» que esta semana se publica en nuestro país (en el mercado anglosajón se editó en 2012). Más cargada de conciencia y crítica social, pero sin perder un ápice del carácter narrativo de su autor, «Skagboys» sitúa su acción en Edimburgo a comienzos de la década de los 80 y quiere ser una explicación de la bajada a los infiernos de las drogas de Renton y compañía. Una generación que observa sin inmutarse cómo sus padres se dejan la piel (literalmente) en las huelgas mineras, mientras Margaret Thatcher comienza a aplicar la doctrina liberal que le llevó a convertirse en la «Dama de Hierro» .
En ese contexto de paro incontrolable y agitación social, la heroína, el alcohol y demás sustancias comienzan a poblar las calles donde vagabundean los hijos de familias de clase media cada vez más empobrecidas, que se aferran a la ilusoria vacuidad de las drogas. Pero antes de caer por la incontrolable espiral de la drogadicción fueron jóvenes y hasta tuvieron sueños. Mark Renton, el protagonista (al que dio vida Ewan McGregor en la película de Danny Boyle) , es el primer miembro de su familia que accede a la universidad y es feliz junto a su novia, pero la muerte de su hermano marca el inicio de su aproximación al precipicio. Lo mismo sucede con Sick Boy, lastrado por un opresivo círculo familiar, Begbie, que comienza a perfilarse como el psicópata que descubrimos en «Trainspotting» y Spud, sin trabajo ni perspectivas de tenerlo.
«Porno» fue la secuela
Para Welsh, que ahora vive a medio camino entre Chicago, Miami y Los Ángeles, ha hecho sus pinitos en el mundo del cine y hasta se divierte como DJ por las noches (aunque ya no consume heroína), volver a estos personajes era casi «algo personal». No es extraño, entonces, que al principio del libro, cuando Renton vuelve magullado de una de las famosas protestas mineras, se diga a sí mismo con tanta convicción como terror: «Pienso en qué hemos perdido y se avecinan tiempos crudos y me pregunto: ¿qué cojones voy a hacer con lo que me queda de vida?».
Y es que, en parte, el objetivo de Welsh al escribir esta precuela (en 2002 ya publicó la secuela, «Porno», que pasó bastante desapercibida) era describir lo que sucedió en los 80. Según reconoció el autor, «fue una década crucial para mí y para la cultura occidental, porque el nuevo Gobierno liberal que llegó al poder estableció un tipo de agenda social y económica, particularmente en Reino Unido y Estados Unidos, que sigue marcando lo que sucede».
Gran parte del material de «Skagboys» («skag» es la palabra favorita de Welsh para la heroína) fue escrito como parte de «Trainspotting» (unas 100.000 palabras, según su autor), pero no sobrevivió al proceso de edición. Welsh guardaba esos «apuntes» en viejos disquetes de ordenador que ni siquiera podía abrir, por lo que recurrió a un experto en recuperación de datos para emplearlo en esta nueva novela.
Incluso tuvo que volver a leer «Trainspotting» , pues reconoció que era «muy difícil volver a ver esos personajes tal y como los concebí, porque las imágenes de los actores habían colonizado mi cabeza y la de todo el mundo». Aunque, ya casi al final del libro, Irvine Welsh no puede resistir la tentación y hace un guiño al filme que dio fama a sus protagonistas cuando Renton le suelta a Sick Boy: «No creo que a ningún capullo famoso se le vaya a ocurrir hacer una película sobre nuestras vidas, ¿verdad?».
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