Doris Lessing, con pasión y con fuerza

Doris Lessing, amante de los gatos como María Zambrano, de las causas justas y de la jardinería, crítica e iconoclasta hasta el final , trató siempre de defender sus puntos de vista por más políticamente incorrectos que pudieran resultar y por más controvertidos que pudieran parecer. Así, tras la concesión del Premio Príncipe de Asturias en 2001 -para ella, como en otros casos, antesala del Nobel que ganó en 2007-, aseguraba que la liberación de la mujer no la trajo la lucha feminista sino la ciencia y la técnica, puesto que fueron los anticonceptivos , en primer lugar y, en segundo lugar, los electrodomésticos los que, en gran medida, la hicieron posible.

Afirmaba que no era feminista , pese a que su libro El cuaderno dorado fuera considerado en los años sesenta la biblia del feminismo en los países de habla inglesa y más adelante, en la España de finales de los setenta, una lectura imprescindible para las escritoras de mi generación, solo comparable a Una habitación propia de Virginia Woolf o al Segundo Sexo de Simon de Beauvoir. Aunque su obra es extensa y variada me parece que el Cuaderno dorado , traducido a numerosas lenguas, es el libro que más y mejor ha contribuido a su fama .

Al otorgarle el Premio Nobel , al parecer, el comité tuvo en cuenta especialmente esta novela, sin duda la más ambiciosa de la autora, puesto que se refirió a la pasión y la fuerza con que supo narrar «la épica de la experiencia femenina». Los cinco cuadernos -negro, rojo, amarillo, azul y finalmente dorado- de la escritora Anna Wulf , con frecuencia trasunto de la propia Lessing, ofrecen, desde un punto de vista escéptico, desengañado y desencantado, su particular epopeya en un mundo turbio, invalidando la posibilidad de cualquier utopía.