La vuelta a ARCO en 30 nombres 'expandidos'

Algunos son de carácter retrospectivo, como es el caso de la revisión de la obra del pintor Antonio Maya (Jaén, 1950), a través de cuyo exquisito realismo se nos ofrece una imagen de la sociedad gitana (aquí de su propio entorno) al margen de tópicos y mixtificaciones (José de la Mano, 7A05). También retrospectivos son los proyectos dedicados a Javier Inés (1956- 1991), fotógrafo que dejó una impagable galería de retratos de los personajes más singulares de la Barcelona pre olímpica (Rocío Santa Cruz); y a la polifacética Etel Adnan (1925-2021) con sus coloristas composiciones sobre papel, cerámica o tejidas, pertenecientes a distintas etapas de su trayectoria, en Lelong (9B10).

Continuamos con Hessie (1936-2017) artista francocubana cuyo nombre real era Carmen Lydia Djuric, con una serie de sugestivos trabajos textiles de la década de los 70 (Marc Doménech, 7A16); y a la también cubana Ana Mendieta (1948 -1985), de quien hay un conjunto de de fotografías, más un vídeo, de sus conocidas 'siluetas' (Prats Nogueras Blanchard, 9C06). Por cierto, que a esta malograda artista está dedicado parte del proyecto de Pablo Helguera (1971), con una colección de iconos de carácter sígnico, además de sus dibujos humorísticos (Espacio Mínimo, 9B15). Dibujo es también -si bien expandido- lo que encontramos en el trabajo de Sandra Mar (1955), dinámico y polimórfico (Rosa Santos, 9D02).

De manera semejante a ésta, el discurso plástico de Jonathan Hammer (Chicago, 1960) halla su continuidad en la cerámica con una coherencia brillante, absolutamente creíble y muy adecuada a la libérrima naturaleza de sus formas (F2).

Carmen Calvo (Valencia, 1950) está muy bien representada con tres fantásticas piezas de la década de los 90 (Luis Adelantado, 9C22). Con medios muy distintos -casi podríamos decir que opuestos, si no temiésemos pecar de simplistas- trabaja Daniel Canogar (1964), ampliando nuestro horizonte estético desde la capilaridad icónica, versátil e impredecible del universo de internet; sin duda, de lo mejor que he visto en esta edición de ARCO (Max Estrella, 9B22).

Tecnológico es asimismo el ámbito de las obras de Xabi Bou (Barcelona, 1979) cuyas cautivadoras imágenes son producto de la codificación digital de ciertos fenómenos naturales (Senda, 9B23); algo de ello hay, igualmente, en los insólitos 'paisajes' de Karlos Gil (1984), un artista de gran interés en cuanto a lo que supone la exploración de las posibilidades tecnológicas para el conocimiento de nuestro entorno, desde perspectivas insólitas (Francisco Fino, 9A26). Y en la naturaleza tienen también su origen las propuestas híbridas -en más de un sentido- de la ecuatoriana Día Muñoz (Guayaquil, 1989), inspiradas en las respuestas eléctricas de nuestro organismo (Ponce+Robles, 9D15).

La artista de origen tunecino, Monia Ben Hamouda (1991), por su parte, trabaja a partir de su herencia cultural, aprovechando las connotaciones formales y sensoriales de los materiales empleados (Chertlüdde, 9B17). De gran importancia es asimismo el material en las piezas de Toni Schmale (1980), aunque su poética -de carácter industrial, tendente a lo monocromo, buscando la resignificación de lo establecido- es de signo bien distinto a la de la artista anterior (Krinzinger, 7B10). La monocromía atiende, en el caso de Francesc Torres (1948) a una voluntad de reduccionismo pictórico que sea pertinente con la contundencia de la dimensión enunciativa de sus pinturas. Un artista al que siempre merece la pena prestar atención (T20, 9A12).

Y ya que hemos hablado de pintura, señalemos los proyectos basados en esta disciplina: Manuel M. Romero (1993), cuyas composiciones es interesante considerar a la luz de las mejores prácticas de la Color Field Painting (Artnueve, 9A25). Aunque escultor, del inglés David Nash (1945) puede verse una serie de trabajos sobre papel, magníficos por la calidad de su ejecución, su vibrante cromatismo y por el resultado estético (Álvaro Alcázar, 7A13).

El minimalismo cálido de Luis Vassallo (1981), traspasado también al volumen, nos propone alguna de sus habituales relecturas de la historia del arte (Espacio Valverde, 9A08). La cubana Rocío García (1955) y el chileno Pablo Linsambarth (1989) comparten una figuración algo naïf, de colores planos, con cierta inmediatez en el tratamiento y aparentemente narrativa (El Apartamento, 9A10; ATM, 9A27). Aldo Urbano (1991) ha ocupado literalmente el espacio donde su ubica su proyecto con una relectura de las cartas del tarot, que él interpreta teniendo como horizonte la idea del cataclismo, plenas de connotaciones y simbolismo (Bombon Projects, 9A16).

Simbolismo hay asimismo en la instalación de Ana Lizarazo (1966), cuyo ambiente es algo así como una solución saturada de significados en torno a la corporalidad, componiendo una suerte de discurso inmersivo (Casa Regnier, 7B17). La propuesta de Aimée Zito Lema (1982) despliega una serie de elementos heterogéneos que patentizan la complejidad del registro periodístico y, con ello, las problemáticas de la memoria (The Goma, 9A05). El registro -si bien de otra índole: urbanístico y/o arquitectónico- funciona como punto de partida en el proyecto del santanderino Juan López (1979): el vaciado empleado como material constructivo conduce a la reflexión sobre el espacio que habitamos (Juan Silió, 9A24).

El artista multimedia Ryan Gander (1964) nos plantea una situación paradójica, con un espacio que dificulta el acercamiento a unos cuadros que, a su vez, se ocultan total o parcialmente (Esther Schipper, 9B11). Por el contrario, la pareja formada por Alegría Castillo y José Antonio S. Piñero ofrecen puntual información, casi taxonómica, en torno a los procesos comunicativos y de significación (Alarcón Criado, 9D13). Muy llamativo es el despliegue que Alicia Vogel (1991) ha realizado en su espacio, ante cuyos elementos, de variada naturaleza, se despiertan numerosas asociaciones (Mayoral, 7C01).

Por último, Miquel Barceló (1957), con el retrato gestual y expresivo de un orangután, expone en compañía del polémico y efectista Ai Weiwei (1957) (Neugerreimschneider/Elvira González, 9C01/9B02), mientras que Julia Spínola (1979) y Katinka Bock (1976) comparten la inquietud por las posibilidades expresivas de los materiales (Meyer Riegger/Ehrhardt Flórez, 9B03/9B05).