LIBROS

El valor de ser mujer y escritora en el Magreb

NARRATIVA

Nina Bouraoui y Elissa Rhaïs, referentes de las letras norteafricanas, recrean en sus muy diferentes obras la agitada vida política y social en la ciudad de Argel a lo largo del siglo XX

Nina Bouraoui (Rennes, 1967). En 2005 ganó el Premio Renaudot

«Yo soy de esa historia -dirá la escritora francoargelina Nina Bouraoui en su bellísimo libro, o confesión, ‘Mis malos pensamientos’- de esa leyenda; soy de madre francesa y de padre argelino; más allá de la historia de los cuerpos, estoy en una conciencia política, ... nunca separé mis dos amores».

Una de las mejores escritoras en lengua francesa de nuestros días, Nina Bouraoui (Rennes, 1967) es la autora de una extensa y excelente bibliografía compuesta por cerca de veinte novelas. En 2005 ganaría el Premio Renaudot con una de sus más personales y potentes obras, ‘Mis malos pensamientos’.

Recreado Argel mil veces en su memoria, Bouraoui apunta: «No soy una exiliada. Soy desarraigada»

Una obra, o «confesión», como ella la llamaría (espléndidamente traducida por Malika Embarek) que se construía a través de un relato que fluía libre, con un vértigo febril, a ratos con rabia («la rabia es eso, es el miedo de hacerle caso a tu vida, de desligarte de la familia, del círculo de los adorados»), sin capítulos que lo diferenciaran, en un solo párrafo y con una prosa brillante y adictiva. Un relato que traducía literariamente las sesiones semanales de psicoanálisis a las que asistió durante tres años Bouraoui.

NOVELA

'Mis malos pensamientos'

  • Autora Nina Bouraoui
  • Editorial Tránsito
  • Año 2022
  • Páginas 241
  • Precio 18 euros

En esas sesiones esta escritora francoargelina narraría su propia historia de salvación y huida de unos miedos y fobias que siempre la habían perseguido. Admiradora de la obra de Marguerite Duras, su narración entrecortada, fragmentaria, de Argel a París o Zúrich, en medio de un torrente vertiginoso de asociaciones vitales y de la memoria, reflejaba, por fin sin miedos ni camuflajes («siempre he querido huir de la vida, la escritura y el amor son los medios ideales para ello») tras mucho sufrimiento personal, la afirmación de una identidad escindida: ser mitad argelina y francesa, a la vez que homosexual. Hija de un funcionario internacional argelino y de una francesa que amó profundamente la tierra de su esposo, sus padres se conocieron durante la Guerra de Argelia.

NOVELA

‘Saâda la marroquí’

  • Autora Elissa Rhaïs
  • Editorial Espuela de Plata
  • Año 2022
  • Páginas 264
  • Precio 19,90 euros

En 1981, cuando ella tenía 14 años, su madre, percibiendo cambios inquietantes en la vida y política de Argelia y también cómo progresaba el modelo iraní y la violencia, decidió regresar a Francia con sus dos hijas. Algo que sería vivido por Nina Bouraoui como un auténtico drama, al no tener tiempo siquiera para despedirse de sus amigos, ni de su pequeño cuarto habitado hasta entonces («recogieron todo salvo mi cuarto, es como si me hubiera quedado en Argel, como si no estuviera por completo aquí, en Francia»).

Silencio

Su despedida, su amor por Argelia, la presencia de su luz reproducida aquí y allá, duraría toda su vida: «Nunca he vuelto a Argelia, es un lugar silencioso, que mantengo secreto; el sur de Francia lo sustituye, regreso a él sin desplazarme. Argelia regresa por una superposición de imágenes». Recreado mil veces en su memoria, para Bouraoui sólo habrá «tierras humanas», hombres y mujeres que las habitan, emociones y una sensualidad a flor de piel: «Argel existe porque viví allí, porque allí me quedé; soy yo la que crea Argel y no a la inversa. No soy una exiliada. Soy una desarraigada».

Por su parte, uno de los casos literarios más singulares dentro de la literatura escrita por mujeres en los años 20 del siglo pasado, y en el Magreb de lengua francesa, estaría protagonizado por la escritora Elissa Rhaïs (Blida, Argelia, 1876-1940). Su verdadero nombre era Rosine Boumendil y había nacido en el seno de una familia judía.

Elissa Rhaïs, vestida a la manera oriental, recibía a Colette, Sarah Bernhardt, Paul Morand...

Con el gusto por el exotismo orientalista de la época, una vez instalada en París y convertida en una auténtica estrella, con salón literario propio, en el que, vestida a la manera oriental, recibía a Colette, Sarah Bernhardt, Paul Morand y otras figuras rutilantes de aquellos días, se reinventó como escritora musulmana que había huido de un harén. Su estupenda primera obra, ahora aparecida, ‘Saâda la marroquí’, de 1919, se convirtió inmediatamente en un ‘best seller’, al que siguieron otros más, siempre ambientados en el Magreb del que procedía. Leída ahora, y con el trasfondo de la Primera Guerra Mundial, uno de los atractivos de esta obra, que cuenta la historia de una familia marroquí que emigra a la vecina Argelia, en busca de una vida mejor, es el dramático impacto en aquellos días, entre la población local, de una guerra lejana, colonial, incomprensible, de los Imperios, que se llevaba consigo a los jóvenes más amados por madres, esposas y hermanas.

Unas madres que, desgarradas, los veían desfilar en batallones de infantería dirigiéndose fúnebremente a la capital, Argel, desde donde serían embarcados hacia Francia: «Ellos han luchado allá, en un país que se halla muy lejos y que vosotras no conocéis. ¡Ahí ellos duermen para siempre! ¡Y duerme tú también, Blida, la Sensual y la Perfumada! Tus mozos yacen muertos. El Destino los ha devorado en el sacrificio universal». A la bella ciudad de Blida, la Ciudad de las Rosas, ha llegado con su familia la protagonista, la joven y atractiva Saâda, que utilizará sus encantos para conseguir su más ansiada ambición: ser cantante en un café-cantante.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Anual
Un año por 15€
110€ 15€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
5 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 5 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios