ARTE
'Picasso escultor', segundo asalto, ahora en el Museo Guggenheim: el artista en el ojo de Brassai
Bilbao
El museo guipuzcoano realza aún más la potencia y calidad de la cita que, comisariada por Carmen Giménez, se presentó hace unos meses en el museo del creador en Málaga
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Iniciar sesiónPicasso escultor… 700 piezas frente a 3.500 cuadros (e incontables dibujos, grabados y piezas de cerámica). Sin embargo, Julio González, que le ayudó en sus primeras obras en hierro, afirmó que la escultura era «el centro neurálgico» de la producción de Picasso. ... Tiene sentido: la pintura de Picasso tiene raíces escultóricas –las máscaras africanas de 'Les Demoiselles', sin ir más lejos– y tanto su Cubismo temprano como su clasicismo y su Surrealismo evocan formas escultóricas. En realidad, como lo demuestra esta exposición, a lo largo de toda su carrera ambas disciplinas están en constante diálogo.
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La escritura caníbal picassiana
Fernando Castro Flórez
Especula Carmen Giménez con la posibilidad de que, al ver rechazado su primer encargo –el monumento a Apollinaire (1928)–, el artista optara por no exponerlas demasiado, limitándose a realizarlas como parte de su proceso creativo. Hay algunas piezas maravillosas de este tipo: por ejemplo, las cinco astillas talladas de 'Mujer de pie' (1930).
Destreza reconfortante
Pero hay algo más: el Picasso escultor que revela esta extraordinaria exposición –Giménez ya había comisariado varias muestras de Picasso, entre ellas las del MOMA y el Guggenheim de Nueva York– resulta más perturbador, más inalcanzable –el genio, por definición, desborda nuestras capacidades– que el pintor; cuando dibuja, cuando pinta, Picasso demuestra una destreza reconfortante, comprensible, ya familiar; cuando modela figuras como – de nuevo– las siete 'Mujeres de pie' (1945), sus procesos, sus intenciones, sus decisiones (sobre la anatomía, las proporciones, las formas) se nos escapan por completo, nos sobrepasan.
Se conmemora, como es sabido, el 50 aniversario del fallecimiento de Pablo Picasso (1881-1973), y a lo largo de este año se celebrarán unas 50 exposiciones en Europa y EE.UU.. Una de ellas es 'Picasso escultor. Cuerpo y materia', organizada por las comisiones nacionales española y francesa creada a tal efecto hace tres años y el Museo Picasso de París.
Esta muestra, que ya pudo verse hace unos meses en el Museo Picasso-Málaga –y de la que ya dio cuenta este cultural– la ha montado Carmen Giménez con enorme entusiasmo en las salas del Guggenheim, un museo pensado para albergar grandes esculturas con el que ha colaborado en varias ocasiones y conoce al dedillo, partiendo, precisamente, del carácter monumental que, según ella, adquieren las esculturas de Picasso en una serie de fotos que realizó Brassaï en el Château de Boisgeloup en 1932 para ilustrar un artículo de Breton en 'Minotaure'.
Ha dividido las cerca de 60 piezas (realizadas entre 1909 y 1962) en una decena de espacios. El recorrido se inicia con la –monumental, maciza y brutalmente desproporcionada– 'Dama oferente' (1933), que se presentó en el Pabellón Español junto al 'Guernica' en 1937; más allá, sus esculturas tempranas, como la 'Cabeza de mujer (Fernande)', de 1909, una 'Cabeza cubista' de latón y hierro pintados de 1928 o el mencionado proyecto para la tumba de Apollinaire, que es una etérea escultura de varillas soldadas inspirada, precisamente, en un texto del poeta dedicado a «una estatua de nada, en el vacío».
A continuación están las obras, numerosos yesos inspirados en Marie-Thérèse, que Picasso realizó en su taller de Boisgeloup en los años treinta. A las piezas realizadas durante la guerra y en el París ocupado se dedica la siguiente sala; destacan las mencionadas 'Mujeres de pie' así como varios estudios de manos –inauditos– y una obra terrible, 'Cráneo (cabeza de muerto)', de 1943.
'Picasso escultor. Materia y cuerpo'
Museo Guggenheim. Bilbao. Avenida Abandoibarra, 2. Comisaria: Carmen Giménez. Patrocinio: Telefónica. Hasta el 14 de enero de 2024
Luego se muestran las obras hechas con objetos encontrados realizadas en Vallauris al acabar la guerra y el conocido conjunto de 'Las bañistas' (1956) y, finalmente, sus últimas esculturas a base de chapas recortadas, dobladas y pintadas. La exposición no tiene desperdicio, es un viaje maravilloso (e irrepetible).
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