LIBROS
Philippe Claudel, fantasmas e himnos nazis por todas las esquinas
NARRATIVA
Un trasfondo temático y moral comparten las cinco historias reunidas en el magnífico volumen 'Fantasía alemana' del escritor francés. Historias de muerte y devastación humana en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial
Otras críticas de la autora
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEscritor y cineasta, Philippe Claudel (1962) autor de una treintena de obras, entre novelas y libros de relatos, y uno de los mejores escritores franceses de la actualidad, alcanzó la fama internacional con una magnífica obra, ‘Almas grises’ (2003), casi un clásico moderno, ... llevado al cine unos años después. En 2008 dirigió la película ‘Hace mucho que te quiero’, escrita por él, convirtiéndose en un éxito mundial, con numerosos premios en su haber.
Maestro en crear ambientes y atmósferas opresivas, en ‘Almas grises’, deslumbrante novela con la Primera Guerra Mundial como trasfondo temático, el centro y protagonista absoluto, desde el comienzo, es un color: el gris.
RELATOS
'Fantasía alemana'
- Autor Philippe Claudel
- Editorial Salamandra
- Año 2023
- Páginas 141
- Precio 18 euros
El gris de la indeterminación, de las ambigüedades morales, de la impostura y la hipocresía, de las turbias fronteras invisibles entre vida real y muertes silenciadas, entre culpables y víctimas y, en definitiva, entre los que se iban al frente durante la carnicería de la «Gran Guerra» y los que se quedaban en la patria practicando torturas y crueldades más refinadas y perversas que al mando de una compañía en las trincheras.
Tras esta obra seguirían otras excelentes como ‘La hija del señor Lihn’ o la metafísica y perturbadora ‘El informe Brodeck’, en las que tenían un gran protagonismo cuestiones como el exilio, el desarraigo tras la fuga desesperada más allá de unas fronteras y países hostiles, la xenofobia, el odio hacia los considerados débiles en cada momento, o bien la mala conciencia por crímenes y cobardías ejercidas en el pasado («incapaces de distinguir lo que se hacía de lo que no se hacía, lo que estaba bien de lo que estaba mal», como se dice en la recién aparecida ‘Fantasía alemana’).
En su polifonía de seres perseguidos, solitarios y atados a la memoria, mezcla víctimas y verdugos
Este es de nuevo el trasfondo temático y moral que comparten las cinco historias reunidas en el magnífico volumen ‘Fantasía alemana’. Se trata de historias de muerte y devastación humana, ambientadas en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial y en la larga y dilatada posguerra. Ambientadas invariablemente en Alemania, son historias de pérdidas y tormentos íntimos, de gente marcada por la guerra, que habita muchas veces aún en ciudades en ruina «como dentaduras destrozadas a martillazos». Un país, y una violencia militar y colectiva, ejercida durante décadas hacia vecinos más o menos cercanos, que provocó dos guerras mundiales en el mismo siglo, instaurando la sombría costumbre de la muerte y la aniquilación.
Claudel, nacido en la frontera franco-alemana, vuelve una y otra vez a ese espacio, paisajes y cultura, muy conocidos, en sus relatos. Unos emplazamientos en los que las huellas y los fantasmas son más difíciles de enterrar que en otras partes y en los que «ningún agujero en los recuerdos» deja de resonar por ningún rincón.
Funesta huella
En su polifonía de seres perseguidos, solitarios y atados de modo fatal a la memoria, Claudel mezcla víctimas y verdugos. En ocasiones, estos últimos, de forma inquietante, comparten un mismo nombre, Viktor, que se transforma en cada relato, como negándose a que sea enterrada su funesta huella y vestigio en la tierra. A la manera de una rueda imparable de muerte y cadáveres no sepultados, las escenas de tortura «fotografiadas» y guardadas como recuerdo de los campos, no dejan de aparecer.
Nos encontramos con un soldado que acaba de quitarse el macabro uniforme que lo une a una ideología criminal (quizá desertor, quizá nazi en fuga por los bosques); a un viejo nazi, padre del alcalde de la localidad, recluido en una residencia, que ya no puede expresarse pero que sigue tarareando sin parar melodías hitlerianas, en una duermevela siniestra; a un pintor expresionista alemán, Franz Marc, liquidado en su hospital psiquiátrico por los decretos nazis; o bien, esa niña judía, sobreviviente de masacres en fosas comunes, del mejor relato del volumen (’Die Kleine’) que, con la familiaridad con la muerte en la que ha crecido, decide reservar cada día un poco de su sopa para el cadáver calcinado, «como un aduanero en su puesto fronterizo», que ha descubierto en «el límite más extremo del país de aquí». Lo único que conoce y que incomprensiblemente la dejó sola.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete