ÁNIMA NEGRA
James M. Cain, por el amor de una mujer fatal
El autor estadounidense escribió 'Pacto de sangre', una fantástica novela de asesinato y adulterio, llevada al cine en 1944 por Billy Wilder
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La relación entre la literatura y el cine es misteriosa. No es fácil llevar a la pantalla una gran novela. Podría decirse que cuanto mayor es la calidad del texto, más difícil resulta la transcripción cinematográfica. No es el caso de ‘Pacto de sangre’ (’Double ... Indemnity’), del escritor estadounidense James M. Cain, llevada al cine por Billy Wilder en 1944 y estrenada en nuestro país bajo el título de ‘Perdición’. Resulta muy complicado, por no decir imposible, dilucidar si es mejor la novela que la película porque ambas son magníficas. ‘Perdición’ figura en muchos rankings como el mejor ‘film noir’ de la historia del cine.
‘Pacto de sangre’ apareció en ocho entregas en la revista ‘Liberty’ en 1936, pero tuvo que esperar hasta 1943 para ser publicada en formato de libro. La razón tiene que ver con la trama de la narración, considerada inmoral y escabrosa por la Oficina Hays cuando Wilder quiso llevarla al cine. Tuvo que esperar siete años, en plena II Guerra Mundial, para materializar su propósito.
James M. Cain se inspiró en el asesinato de Albert Snyder, perpetrado por su esposa y su amante en 1927 para cobrar un seguro. Había cubierto el juicio que condenó a los dos asesinos a la silla eléctrica. Además, el autor había trabajado en su juventud en una empresa de seguros y estaba familiarizado con los intentos de estafa de los clientes.
Cain la escribió como un gran reportaje periodístico, en un lenguaje claro y directo. Los diálogos son ingeniosos y agudos
La novela es narrada por Walter Hauff, un veterano vendedor se seguros que trabaja para una compañía de California y vive en Los Angeles. Es una persona solitaria, austera y con fama de ser muy estricto. Hauff acude a la casa de un cliente para renovar una póliza y allí conoce a su esposa Phyllis, que le cita para que vuelva tres días después.
Phyllis se le insinúa a Hauff e inician una relación pasional en la que ella le persuade de que es necesario eliminar a su marido, al que presenta como un monstruo de egoísmo y maldad. Ambos planean arrojarle a las vías desde la plataforma de un tren para que todo parezca un accidente. En ese supuesto, la indemnización es doble. En concreto, de 50.000 dólares con los que piensan abandonar el país y establecerse en México.
La compañía de seguros decide investigar la muerte y confía el asunto a Barton Keyes, que está convencido de que ha sido un crimen planeado. Keyes, jefe y amigo de Hauff, rebusca y se acerca a la verdad, pero no puede sospechar de su colega. Finalmente, Hauff se da cuenta de que Phyllis no le ama y que le ha utilizado, lo cual precipita el final dramático de la historia. La última escena de la película sí supera a la novela por su dramatismo y su verosimilitud.
La novela y la película difieren en el desenlace porque Wilder no estaba convencido de la solución de Cain. Pero resulta imposible leer hoy ‘Pacto de sangre’ sin ver en sus protagonistas a los actores elegidos por Wilder: Fred MacMurray en el papel de vendedor de seguros y Barbara Stanwyck como mujer fatal. En una de las primeras escenas, la intensidad erótica alcanza el climax cuando Phyllis recibe desnuda a Hauff.
Cain escribe ‘Pacto de sangre’ como un gran reportaje periodístico, en un lenguaje claro y directo. Los diálogos son ingeniosos y agudos, sin perder la naturalidad. No hay ningún reproche moral en la historia. Su autor se limita a describir los hechos con un ojo omnipresente. Lo que nos cuenta es la ambición de una mujer sin límites y escrúpulos que explota la vanidad de un hombre mediocre, al que seduce con su atractivo sexual. Hauff pierde la cabeza y está dispuesto a todo para obtener el amor de Phyllis, una mujer poliédrica y ambigua.
Wilder compró los derechos de la novela por la suma de 15.000 dólares, una cifra exorbitante. Pero los censores consideraron que el asesinato y el adulterio hacían inviable la película. Pero Wilder persistió hasta lograr su propósito. Removió todos los obstáculos e incluso contrató a Raymond Chandler como guionista. Hizo la película con la idea de ser lo más fiel posible a la novela, como así fue, y optó por Barbara Stanwyck. Impresionado por su extraordinaria interpretación, Cain escribió a la actriz: «Es una sensación espeluznante ver ante tus ojos a un personaje, creado por tu imaginación, tal y como lo concebiste».
James M. Cain, nacido en 1892 en Maryland y fallecido en 1977, es el autor de más de 20 novelas del género negro que le han elevado a la condición de clásico. Su obra más conocida es ‘El cartero llama dos veces’, su primera novela, también llevada al cine. Tras luchar en la I Guerra Mundial, descubrió en la literatura su auténtica vocación. Empezó su carrera como periodista y guionista, pero en 1934 debutó en el género con un éxito que le granjearía el respeto y la consideración de la crítica hasta su muerte.
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