ILUMINACIONES
Casa de la Cascada, el espíritu del bosque
Lloyd Wright logró en la Casa de la Cascada, construida en 1939, una perfecta integración de Arquitectura y Naturaleza
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Iniciar sesiónHay genios que no sólo revolucionan el arte, sino que además crean una nueva forma de ver la realidad. Uno de ellos es Frank Lloyd Wright, el arquitecto estadounidense, cuyos edificios están perfectamente integrados en la naturaleza tanto por su diseño como por los ... materiales que utilizan. El mejor ejemplo es la Casa de la Cascada, construida entre 1936 y 1939, en un bosque del condado de Fayette en Pensilvania. Fue valorada por el American Institute of Architects como la mejor obra en la historia de la arquitectura de Estados Unidos.
Lloyd Wright había nacido en una granja de Winconsin en 1867 en el seno de una familia de pastores unitaristas. Su educación estuvo marcada por dos elementos: una estricta observancia religiosa y el contacto con el medio ambiente rural. Ello se percibe en los cientos de edificios que diseñó y construyó, donde se conjugan una mística de la naturaleza con una espiritualidad que subyuga al que atraviesa sus muros.
La Casa de la Cascada provoca un efecto hipnótico, de suerte que uno tiene la impresión de hallarse en una especie de templo zen que se eleva sobre un arroyo de aguas cristalinas. Asentada sobre la roca, utilizada para sus cimientos, sus habitantes podían escuchar el flujo de la corriente mientras albergaban la sensación de estar dentro del bosque gracias a sus exteriores acristalados.
Su construcción fue encargada por Edgar Kaufmann, el dueño de unos grandes almacenes de Pittsburgh, que había comprado un campamento de verano en el mismo paraje. Kaufmann quería que el arquitecto levantara una casa de vacaciones para él y su familia. No sin reticencias, Lloyd Wright accedió. Contra el criterio de sus colegas, optó por construir la edificación no junto a la cascada sino sobre ella con terrazas y voladizos colgados en el vacío. A pesar se su negativa inicial, rectificó y aceptó instalar unas vigas metálicas para reforzar su estructura.
La Casa de la Cascada está considerada hoy como el mejor exponente de la arquitectura orgánica, cuya filosofía reside en la adaptación al entorno y el uso de materiales naturales. Del terreno del lugar se extrajeron las rocas que conforman los cimientos y parte de las fachadas, de color crema en contraste con las tonalidades del bosque de caducifolios que la rodean y que se ha preservado tal y como era hace un siglo. Lloyd Wright adaptó su diseño a la cascada y el entorno de suerte que incluso en el proyecto original había varios huecos en las terrazas para respetar la existencia de los árboles.
En la primera planta de la casa hay un gran salón desde donde se disfruta de las magníficas vistas del bosque. Por una puerta de cristal, se desciende por una escalera, sujeta con cables, a una plataforma junto al arroyo. El suelo es de piedra marrón. En la segunda planta, se construyeron los dormitorios, los cuartos de baño y el despacho de Kaufmann, al que siguió acudiendo asiduamente hasta su muerte en 1963. Posteriormente, fue donada a una fundación que la abrió al público y que ha mantenido la casa tal y como era cuando estaba habitada.
Lloyd Wright era un inconformista y un viajero incansable, obsesionado por crear nuevas formas sin importarle el rechazo que suscitaban sus proyectos. En 1909, abandonó a su familia y se fue a Europa. Más tarde, no dudó en emigrar a Japón para estudiar su arquitectura y construir el hotel Imperial de Tokio, demolido en los años 60. Su obra más emblemática es tal vez el Museo Guggenheim de Nueva York, cuyo edificio cilíndrico y sus rampas interiores en torno a un patio central diseñó a finales de los años 50.
En la Casa de la Cascada Lloyd Wright llevó su libertad de creación artística hasta los límites, logrando una sublime integración del agua, los árboles, la roca y el cielo. La utilización de grandes ventanales elimina la separación entre las habitaciones y las terrazas, facilitando la entrada de luz natural y la impresión de hallarse en un entorno salvaje.
Franklin Toker escribió: «Visitar esta casa tiene poco que ver con la arquitectura o las innovaciones tecnológicas. Lo que percibimos es un sentimiento espiritual». Así es. En última instancia, la técnica en manos de un artista no es más que un instrumento para expresar belleza o suscitar la impresión de estar ante algo sublime. Lloyd Wright fue un visionario, un rebelde que creía en la pureza de la artista y que, a lo largo de una larga vida, nos dejó un legado que acredita que la arquitectura puede ser tan inmaterial como la poesía.
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