'Metempsicosis', de Rodrigo Rey Rosa: una trama que no consigue ser narración

En el plano literario, en cambio, la metempsicosis pudiera convertirse en un principio estético que permitiera a los escritores garantizar el tránsito del alma de sus libros, desde sus primeros borradores inciertos hasta su versión última, depurada.

 He pensado en estos asuntos después de leer 'Metempsicosis', la más reciente novela del escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa. Y no solo por la evidente afinidad temática que anuncia su título, sino, lamentablemente, por la sensación de que su autor, uno de los nombres mayores de la literatura latinoamericana de las últimas décadas, nos ha entregado una historia que luce muy por debajo de lo que pudo ser su mejor versión.

La novela se inicia con una escena tópica: un escritor despierta en la habitación de una clínica privada, donde está encerrado pues ha perdido la memoria. En las horas siguientes, el personal médico le hace leer una serie de correos electrónicos que le ha escrito una mujer; fragmentos de su propia existencia borrada y primeras luces para entender su situación. Luego el doctor Galanis, su médico de cabecera, le dará el diagnóstico: una arritmia cerebral que le induce a cíclicas pérdidas de la memoria.

Este comienzo pedregoso, entre la conciencia alterada del protagonista y el recurso intertextual de los correos, marcará la pauta de una trama que nunca llegará a ser narración. A los cortos periodos de lucidez del escritor le sucederán nuevos materiales autógrafos para leer. En esta ocasión, una serie de cuadernos que han sido transcritos por un tal Rupert Ranke, escritor suizo, de quien el escritor guatemalteco a su vez ha traducido un libro, de manera fraudulenta. Todo muy confuso, como se puede apreciar. Más interesante que el delirio en sí, es su escenario: las calles de Atenas, donde el idioma griego se muestra como un fantasmal sucedáneo del amor perdido, con incursiones en la isla de Leros, en el Dodecaneso, y hasta llegar a «un pueblo paupérrimo del Kurdistán llamado Sharia». Territorios de un exotismo irreductible, desde la perspectiva occidental, y cuyos paisajes, personajes y atmósferas han sido algunos de los grandes aportes de la narrativa de Rodrigo Rey Rosa.

La tensión entre el escritor y su alter ego Ranke será tratada por el doctor Galanis mediante la asignación de sendas misiones literarias a la isla de Leros y al pueblo de Sharia, respectivamente. El objetivo del doctor Galanis era propiciar la producción de informes «sobre la pervivencia de una religión antiquísima, enigmática y de origen étnico impugnado, que prescribe la endogamia y que algunos estudiosos llaman wazarismo». Sobre esta religión, como con respecto a todos los personajes y subtramas de la novela, queda la duda de su realidad dentro de la ficción. Es muy probable que una segunda lectura pudiera aclarar muchas de las confusiones que deja esta obra a primera vista. Sin embargo, ya se sabe, hay demasiados libros y la vida es una sola.