Lo moderno
Julio Romero de Torres, treinta mujeres de luto
En 2024 se cumplirán los ciento cincuenta años del nacimiento del gran artista andaluz
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Detalle de 'Autorretrato de un joven', de Julio Romero de Torres
Era un diez de mayo florido en Córdoba, pero el cielo se derramaba en negro aquel día porque él había muerto. Como en una copla, la ciudad amaneció cerrada a cal y canto: los cafés cantantes, los cafetines elegantes, los comercios y hasta el Real ... Círculo de la Amistad cerraron. Tampoco quisieron abrir las tabernas, los zaguanes, los prostíbulos ni las iglesias. Todos cerrados. Los balcones se enlutaron de crespones como en un Viernes Santo y los pésames populares se sucedieron en la Plaza de las Tendillas, por entre las columnas de Diana, en los rincones de la judería y bajo los soportales de la Corredera.
En la plaza del Potro, donde estaba su estudio y hoy se encuentra el museo que lleva su nombre, se hallaba congregada una muchedumbre que se abría, como un mar bíblico, en torno a una isla bruna formada por treinta mujeres de negro: tocadas con mantillas de encaje sobre los cabellos endrinos, lucían pendientes de azabache, vestidos de raso y ojeras lilas como las que pintaba el artista cordobés con óleo crudo y pincel simbolista.
Las mujeres morenas echaron a andar hacia el Museo de Bellas Artes buscando el cadáver de Julio Romero de Torres, que las esperaba en su capilla ardiente flanqueado por velas como antaño lo hiciera ente óleos, divanes, damascos y aguafuertes. Lloraban en silencio las treinta mujeres de luto y en sus rostros, aquella muchedumbre donde se agolpaban los ecos modernistas de la cripta nocturna de Pombo y las tardes de toros, flamenco y vanguardia, reconocieron la osadía, el trabajo, los éxitos, la tristeza, la enfermedad y la muerte de don Julio.
Nadie mejor ha sabido expresar el misterio, la soledad, la pena... en la Historia del Arte
Una cuadrilla de obreros cargó sobre sus hombros el féretro del pintor. Luego se cerró la tumba cerrándose también una parte de aquella España. Valle-Inclán se enjugó las lágrimas en su larga barba, un galgo negro aulló en la tarde y una joven hermosa con hechuras de piconera vestida de blanca novia, dejó sobre la tierra removida y fresca un clavel.
El próximo 2024 se cumplirán los ciento cincuenta años del nacimiento de uno de los artistas que mejor han sabido expresar el misterio, la soledad, el deseo sublime y la pena de toda la Historia del Arte, pero nosotros, quizás, seguiremos festejando a Hopper.