a la sazón
La boutade verdadera
Por la boca muere el pez. ¿Cuántos ídolos se han caído de sus pedestales durante una entrevista?
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Iniciar sesiónEs peligroso el mordisco de la «rabiosa actualidad». Hay muchos escritores que no se han recuperado de la dentellada. Porque una cosa es urdir pensamientos negro sobre blanco, que es lo propio del juntaletras, y otra contestar de sopetón a cuestiones relativas a la financiación ... territorial, a la inflación subyacente o la gira de Karol G.
Por la boca muere el pez. ¿Cuántos ídolos se han caído de sus pedestales durante una entrevista? Ignoro si es una cuestión de sinceridad, ese prurito extraño que tienen algunos con abrirse de capa, o si se trata de la necesidad de llenar el silencio que acucia a los tímidos. ¡Cuántos han caído en esa trampa! Políticos, músicos, actores… Olvidan que los mismos que les abren las cancelas para que se paseen como vacas sin cencerro son los que, a la postre, terminan cancelándolos.
Hay una diferencia entre el nudista y el sincero. El nudista tiene la deferencia de orear sus carnes fofas entre sus conmilitones, a los que frecuenta en playas cercadas a tal efecto, a la manera de reservas del buen salvaje. El sincero, en cambio, expone sus vergüenzas delante de todo el mundo. Sobra decir que mucho peor que la flacidez de cuerpo es la flacidez de espíritu.
Tiendo a desconfiar de estajanovistas, 'workaholics' y demás explotadores de sí mismos
Viene esto a cuento de una entrevista a David Broncano, cuyo nombre ha levantado estas últimas semanas más polvareda que Carlos Sáinz en el París-Dakar (referencia que, por una cuestión generacional, difícilmente pillarán sus seguidores). En dicha entrevista afirma que, aunque generalmente se valora a quienes lo sacrifican todo por su trabajo, él valora a quien no sacrifica casi nada por ello. ¿Es 'boutade'? Probablemente, pero estoy de acuerdo.
Tiendo a desconfiar de estajanovistas, 'workaholics' y demás explotadores de sí mismos. Quien se empeña en ser su propio jefe no puede escaquearse del trabajo. ¿Ética del esfuerzo? La montaña no es más bella —Nietzsche dixit— porque su ascensión sea dificultosa. ¿Jornada de cuatro días? Por mí, que sean dos, y me sobra uno. Nadie se arrepiente en su lecho de muerte de no haber echado más horas extra en la oficina.
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